"YO VOY... CON 38"
Uno que fue votante andalucista allá por los inicios de nuestra etapa democrática y que, después de la labor llevada a cabo por Rojas Marcos y sus adláteres en pos del hundimiento del PSA y por ende del andalucismo, dejó de serlo, no se extraña en absoluto de que la Coalición Andalucista haya cosechado los resultados que ha cosechado en las últimas elecciones generales y autonómicas. Al lema de campaña de la Coalición le he añadido el dígito 38 porque es el que se corresponde con los votos que han obtenido en mi pueblo, Gaucín, en las elecciones generales del pasado día 9 (139 en las autonómicas y 542 en las municipales del 2007, descenso vertiginoso). Pero si damos un vistazo al resto de municipios andaluces los números no dejan lugar a duda del poco apoyo que han recibido los herederos de aquellas políticas. Tan escaso ha sido que los andalucistas han desaparecido del parlamento andaluz. ¿Por qué ocurren estas cosas? Yo tengo mi teoría, de la que ya he expuesto algunos retazos en escritos anteriores. Fundamentalmente, mi idea se basa en que el renacido nacionalismo andaluz, que en sus comienzos aparecía con la S de “socialista” en el centro, empezó a caer poco a poco por la pésima gestión que hicieron sus dirigentes del caudal de votos que les dimos muchos andaluces. Sus líderes han ido cavando palada a palada la tumba en la que han sepultado al nacionalismo andaluz desde el momento en el que tras las elecciones del año 79, se vendieron a la UCD de Suárez por un plato de grupo parlamentario, hicieron el trueque de las alcaldías de Granada y Sevilla para que el señor Uruñuela luciese palmito en la capital andaluza, presentaron candidaturas al parlamento catalán favoreciendo el acceso al poder del nacionalismo burgués de Cataluña, que nada tenía que ver con nuestro nacionalismo y, por último, traicionando a toda Andalucía en el referéndum del 28 de febrero pidiendo el NO y alineándose con todas las fuerzas de la derecha.(Al final de la pasada legislatura volvieron a "lucirse" pidiendo de nuevo el NO, esta vez en solitario, en el referendum de la reforma del Estatuto). Después vendrían las divisiones y el surgimiento de reyes en sus particulares taifas municipales, con personajes tan peculiares y sui generis como puedan ser Pedro Pacheco o Juan Carlos Benavides, amén de la pléyade de alcaldes con más o menos pretendido fuste o renombre que, en la mayoría de los casos, actuaron de modo populista, con políticas personalistas y solamente pensando en su corralito y en el día a día, la política del dejar hacer que el tiempo lo arreglará todo, sin pensar nunca en el futuro. Si acaso pensaron en algún futuro fue en el personal, pero nunca en el del partido y, mucho menos, en la defensa de los ideales que decían defender, cosa que dudo tuvieran o tengan, pues me temo que ese vocablo no entra en el vocabulario de muchos de ellos. Así han perseverado en sus errores hasta alcanzar el momento actual en el que están avocados a una travesía del desierto, escasos de víveres y con el agua justita para sobrevivir en tan largo y dificultoso camino En menos de tres décadas, estos dirigentes nacionales y locales de las distintas denominaciones con las que hemos conocido al nacionalismo andaluz, han conseguido llevarlo adonde está hoy. Aquella fuerza emergente que ilusionó a tantos andaluces al inicio de los ochenta ha quedado reducida a un partido extraparlamentario, recluido con siglas varias y fauna variopinta en las alcaldías y concejalías de algunos municipios andaluces, con los que desde luego “yo no voy” y, como yo, me temo que así piensa, vistos los resultados, la inmensa mayoría del pueblo andaluz.¡Qué pena! Teodoro R. Martín
de Molina. Marzo de 2008
|