UN TOQUE DE ATENCIÓN
Las influencias pueden ser buenas o no tan buenas
y, a veces, hasta cansinas, pero ¡qué se le va a hacer!
Después de ver en la web de Sylvia
(www.gaucin.com) la fotografía de la capilla de Jesús Nazareno
en la iglesia de Gaucín con los cascotes del techo esparcidos por
el suelo, comencé a escribir unas líneas con el fin de llamar
a la conciencia de los gaucineños, a la mía la primera, para
que echáramos una mano a la parroquia con el fin de remediar lo que
al parecer es un lamentable estado del tejado de la iglesia, antes de que
ocurra algo mucho peor.
Cuando había comenzado el segundo párrafo me percaté
de que lo escrito hasta ese momento llevaba una pinta de romance que no
quiero ni deciros, así que sin pensarlo dos veces y encomendándome
al santo trasladé al octosílabo lo que comenzó como
renglón seguido, y así lo continué hasta su conclusión.
Esto es lo que ha salido:
Y se harán campos de
golf,
y estaremos tan contentos,
y mientras tanto la iglesia,
la iglesia del pueblo nuestro,
se nos caerá a pedazos
porque no la sostenemos.
Cuando digo sostenemos,
a referirme yo vengo
a eso de poner metal,
lo que llamamos dinero.
Y no critico a los otros,
que hacia mí apunto mi dedo,
que andamos tan enfrascados
en mirar para otros huertos,
que no nos damos ni cuenta
de aquello que es lo primero.
La curia, el arzobispado,
quizás el ayuntamiento,
deberían preocuparse
de poner pronto remedio
y no duerma más al aire
nuestro Jesús Nazareno,
que, ¡qué penita me dio!
el día en que fui a verlo
en una fotografía
que le hizo nuestro clérigo
y que se fue a colocar,
con comentario somero,
en la página inicial
de una web de este mi pueblo.
Y parecía “arrecío”,
con frío hasta en los huesos,
del caliche que le entraba
por el enorme agujero
que traspasaba el tejado
y dejaba ver el cielo,
ese cielo de Gaucín,
sí, de Gaucín, gaucineño,
al que tú y yo decimos
que tantísimo queremos;
pero obras son amores,
lo demás es puro cuento,
así que si los que deben
no abundan en el empeño,
volvamos a hacer ahora
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como en los pasados tiempos
cuando don Bartolomé,
don Juan José o don Diego,
nos pedían en colecta
un poquillo de lo suelto;
ahora que no hay pesetas
aportemos nuestros euros
para que pronto se arregle
lo que se cayó del techo
y le den un buen repaso
del tejado a todo el resto,
pues podría suceder
que otra vez nos encontremos
ver al pueblo señalado
en la sección de sucesos.
Y que ya es triste la pena
de decirle al mundo entero
que en la Tierra no hay un sitio
como el pueblo que tenemos,
pero que a veces su gente
en poco lo merecemos,
pues permitimos que ocurra
en un lugar tan señero
que las imágenes duerman
toda la noche al sereno
en estas noches tan crudas,
de éste que es tan crudo invierno.
Capilla de Jesus Nazareno después
del derrumbe. www.gaucin.com
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Teodoro R. Martín
de Molina. Febrero-2006
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