Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"TIEMPO DE MUDANZAS"
   
          Antes de terminar las vacaciones escribí un breve artículo de despedida al párroco del pueblo en el que paso el tiempo de verano desde hace más de treinta años, que recientemente publiqué en mi otra página (www.alcazardevenus.es). Al reincorporarme al día a día de cada año y a las conexiones cibernéticas tuve la oportunidad de leer en la web de mi hermano Salvador uno suyo sobre tema similar, en esta ocasión referido al párroco de Gaucín. Parece como si las diócesis de Granada y Málaga se hubiesen puesto de acuerdo para llevar a cabo, a un mismo tiempo, las mudanzas de los párrocos de las poblaciones que a mí me afectan de un modo u otro. Es claro que los designios del Señor son inescrutables y que los intereses espirituales de los responsables de las diócesis en cuestión habrán decidido el futuro de los párrocos referidos en los mencionados artículos atendiendo a las circunstancias que hayan creído convenientes.
    Mas parece que no acaban aquí las mudanzas. También a través de Internet me llegaba la noticia de la próxima mudanza en la alcaldía de Gaucín, algo que no me sorprendía demasiado, pero que sí me hizo reflexionar sobre la diferencia entre unas mudanzas y otras.
    Para empezar es seguro que los intereses que las mueven no tienen, ni por asomo, similitud alguna.
    Las primeras se deben a necesidades de la comunidad a la que sirven los sacerdotes y la segunda se debe al interés personal que mueve a los promotores de la moción de censura, que tratan de enmascarar con los intereses de la ciudadanía (en todo caso será de los grupitos de presión que bajo su anterior égida hacían y deshacían a su antojo y que ahora podrán seguir haciéndolo).
    Por otro lado es notorio que el voto de obediencia hace que los sacerdotes asuman lo ordenado sin la más mínima queja, quizá su marcha se produzca con los entremezclados sentimientos de alegrías y tristezas que cada uno de ellos pueda llevarse según el trato recibido de sus respectivas feligresías; en el caso de algunos políticos es más que evidente que la obediencia es algo que no va con ellos, no hay “obispo” que les pueda ordenar lo que tienen o lo que no tienen que hacer, anteponen sus opciones particulares antes bien que a las del partido o a las del sector de ciudadanos que los eligió.
    El compromiso espiritual nada tiene que ver con lo que entienden algunos por compromiso electoral, el primero es con el prójimo y el segundo…quién lo sabe, aquél nunca pierde el horizonte y éste zigzaguea según sople el viento de las ambiciones, afinidades, recompensas, incentivos y réditos que puedan entrever los sujetos en cuestión.
    Por todo ello no me sorprendía al leer la noticia sobre la próxima moción de censura en el ayuntamiento de Gaucín. Ya, cuando el llamado “Pacto de Algodonales”, escribí que, aunque entendía que era un pacto entre los electores más que entre los elegidos, no me gustaban en demasía las “juntas”, debería ser por los prejuicios propios de un observador sesgado como soy yo, pero el tiempo me hace ver que no andaba muy equivocado.
    Por noticias de terceros, que he ido teniendo a lo largo de este año de gobierno municipal, intuía que la moción de censura era una espada de Damocles que se blandía sobre la alcaldía por el cabeza de lista del PP a modo de chantaje. También sus deslealtades eran manifiestas y, ya desde poco después de llevar a cabo el pacto comenzaron las reuniones y “comidas de trabajo” con el grupo que ahora lo va a aupar a la alcaldía, el mismo grupo que lo denigraba un día sí y otro también, pero que serían insultos de “mentirijillas”, porque el interfecto no se ha dado por aludido a la hora de aceptar, o buscar, su apoyo (aunque bien parece que el asunto se trata, más que nada, de que su alcaldía será una simple tapadera para que siga haciendo de tal, en la sombra, el que ya fue condenado en primera instancia por la Audiencia Provincial de Málaga por los presuntos delitos de malversación y prevaricación).
    Empleando una metáfora de casino que, según dicen, tanto parece gustar a algunos de los implicados, diré que, por lo visto y oído, a partir del próximo día 11 de septiembre (esperemos que la fecha no sea premonitoria de ninguna catástrofe), Gaucín va a ser gobernado por un repóker, en el que el comodín es el futuro alcalde, cabeza de lista del PP, cuyo papel está más que justificado pues lo mismo, al parecer, sirve para un roto que para un descosido, antes se alió con el PSOE y ahora lo hace con el PA, pero, no seamos desconfiados, todo ello seguro que lo hace atendiendo al bien del pueblo, no al suyo ni al de los que lo sustentan en este momento. No me atrevo a definir a las figuras que componen los cuatro naipes restantes, que pueden ser cualquiera de ellas, lo cierto es que todos son del PA y que los iguala, además de las siglas, su presunta implicación en un delito continuado sobre la ordenación del territorio, por lo que los tribunales piden penas de prisión de 18 meses y siete años de inhabilitación para ellos (aspecto este último al que tampoco es ajeno el comodín y previsible futuro alcalde). Creo que la única figura que no pueden ser es la sota, porque presumo que en el resto del mazo andará, junto a sus tres compañeras, la sota de bastos dispuesta a compartir con las otras cuatro cartas, y el comodín, lo que, como es conocido de todos, tanto caracteriza a dicho naipe.
     Hace ya un tiempo, cuando el mismo que ahora va a ser elegido en solitario como alcalde rompió el pacto de gobierno, tuve la intención de escribir un artículo referido al hecho, mas reprimí la pluma y dejé pasar el tema. El artículo en cuestión lo pensaba titular “Quien con niños se acuesta…”, aforismo latino que solía recitarnos uno de mis queridos maestros versado en la lengua de los césares. Dicho proverbio, como es bien sabido, concluye “… excrementatus alborea”. Confiemos en que el producto de la deposición política que va a tener lugar en mi pueblo sólo salpique a los que verdaderamente, y en razón de justicia, lo merezcan.


 Teodoro R. Martín de Molina. Septiembre de 2008
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