"REFLEXIONES"
Es norma general que la jornada de reflexión sea previa al día de las elecciones y que el análisis de resultados se lleve a cabo al día siguiente. Yo, en mi afán por llevar la contraria, me decido por hacer la reflexión a posteriori, una vez visto los resultados de la consulta. Así que ayer fui a votar sin haber reflexionado, espero no haberme equivocado a pesar de que no ganara la lista que yo voté. Y ¿en qué me detengo para reflexionar viendo los resultados que las pasadas elecciones autonómicas y municipales nos han deparado? Es acerca de ello sobre lo que en estos puntos quiero decir algo. Uno.- Comenzaré con una pregunta: ¿Ha merecido la pena dejar el ambiente político hecho unos zorros para conseguir lo conseguido? Todo el despliegue de medios, de personas, de eslóganes y consignas repetidas hasta la saciedad por los líderes de los partidos políticos a nivel nacional, para cosechar los resultados obtenidos ¿de verdad que compensan a la sociedad? Tras dar la impresión de que en estas elecciones nos estábamos jugando el futuro de España e incluso el de nuestro sistema democrático y el mismo estado de derecho, ha resultado ser que el panorama político, en general, ha quedado tal y como estaba, si acaso con pequeñas variaciones en uno y otro sentido que harán que cada uno de los partidos se arrogue la victoria de sus tesis de acuerdo con esos pequeños márgenes obtenidos en votos o en concejales, o en aumento en tal o cual comunidad o municipio. Dos.- Constato, no sin cierta pena, que el efecto GIL sigue manteniéndose en todo su esplendor y es clamoroso corroborar cómo ediles con un pasado inmediato más que turbio respecto a sus implicaciones en negocios pocos claros y que por ello han sido y están siendo investigados por jueces y tribunales, en situaciones muy próximas al ya famosísimo “caso Malaya”, y que más tarde o temprano acabarán aflorando en toda su suciedad, siguen gobernando con las mismas mayorías y en algunos casos aumentadas. Hay mucho agradecido a estos políticos que por un bocadillo de mortadela o una cerveza con gambas, que a estos nos les cuesta nada, venden su voto al postor y su alma al mismísimo diablo si fuese preciso, mientras que serán unos poquitos los que, aprovechando esa cosecha de votos, se comerán el beluga con champaigne que ya ves tú cómo les debe sentar. Nadie escarmienta en cabeza ajena. Los que han conocido casos semejantes al fenómeno GIL o estaban próximos a él vuelven a votar a aquellos que ideológica, crematística y éticamente más próximos se hallan a aquellos. Tres.- El valor de la traición nos refleja cómo, cuando se trabaja al enemigo para uso particular, los resultados que se obtienen son espectaculares. Los Tamayo y Sáez de hace cuatro años han propiciado los espectaculares resultados de las elecciones en Madrid, donde en 2003 no hubiese gobernado Esperanza hoy lo hace con una holgura que veremos si no llega a disputarle el puesto a Rajoy. En el plano provincial y local abundan esos Tamayos que producen efectos parecidos, aunque a otros niveles. Bien harían los partidos en analizar con lupa a sus candidatos y no dejar la gobernabilidad de un municipio o una autonomía al albur de algunos de esos “puros de corazón” a los que les “remuerde la conciencia” cuando tienen que votar las coaliciones precisas para gobernar, pero que seguro no hacen ascos a poner la mano cuando reciben las simbólicas monedas de plata del evangelio. Cuatro.- Los líderes de los grandes partidos y los aparatos de estos, creen que ellos pueden llevar a cabo la labor de todos los candidatos. Bien a las claras está que es una más de las falacias que como méritos propios ellos se quieren arrogar (claro está si las cosas les salen bien), pero nunca llueve a gusto de todos y si en algunos casos el efecto del líder es beneficioso en otros es totalmente perjudicial. Los candidatos locales no son los nacionales y de su perfil a la hora de ser nombrados (más que de la campaña que le hagan sus mentores) por el partido, dependen muy mucho los resultados en este tipo de elecciones, y en todas, véanse, si no, los casos antagónicos de Sebastián en Madrid y Saavedra o López Aguilar en Canarias, dentro del mismo partido. Cada elección tiene sus características y si analizamos un poco los resultados de las coincidentes, por ejemplo estas últimas, no llega a ser simétrico ni tan siquiera el grado de participación. Por ello cuando de un determinado tipo de elecciones los partidos tratan de extrapolar resultados para las próximas, vuelven a equivocarse y así les va. Y en esto, además de los candidatos, también influye el nivel de participación. Están aquellos ciudadanos a los que no mueve ni un terremoto, otros están cansados de tanto chau-chau de los políticos, que a veces llegan a aburrir hasta a los más acérrimos y otros que dependiendo si son municipales, autonómicas, generales, europeas o referéndums varios, acuden o no a las urnas según su buen entender de la importancia de su voto en cada uno de los casos. Tampoco es desdeñable la frecuencia con la que últimamente somos llamados los españoles a pronunciarnos, también los habrá que estén un poquito cansados, aunque como decía mi madre “A la iglesia no voy porque estoy cojo, pero a la taberna me acerco poquito a poco”. Sí, algunos no paramos de darle a la sinhueso criticando a éste y a aquel y a veces no dejamos títere con cabeza, pero después de exigir en la taberna o en el corrillo de amigos nos quedamos en casa en vez de ir a depositar la papeleta. Cinco.- Ya comienzan a volver a oírse las quejas de los de siempre porque para gobernar en muchos municipios o autonomías el adversario echa mano de los pactos. Nos vuelven a repetir aquello de que debe gobernar la lista más votada (siempre que sea la mía, se les olvida decir) y que lo contrario es engañar a los electores, como si los electores nos chupáramos el dedo y no supiéramos de antemano las posibles alianzas tras los comicios. Claro que los que se muestran contrarios lo practican en cuanto pueden y hacen sordina del hecho. Aunque también es verdad que la derecha de este país tiene un grave problema a la hora de pactar, pues tiene a todo su espectro dentro de sus siglas, desde la extrema de los golpistas, falangistas y asimilados a aquellos pocos centristas náufragos de la UCD o del CDS y renegados de otros partidos. Si Aznar, Esperanza, Acebes, Zaplana y compañía formaran un partido de acuerdo con su auténtica ideología, serían los aliados naturales del PP que quedara con Gallardón, Rajoy y otros cuatro “blandengues”, del mismo modo que IU es el aliado natural del PSOE, aunque después estén otros partidos a los que, salvo honrosas excepciones, les da igual poner una vela a Dios y otra al diablo, un roto que un descosido, hacer a pelo y a lana y decir aquello de ande yo caliente, ríase la gente. Seis.- Mención especial y aparte merece Madrid y sus resultados, sus influencias y el día a día mediático en la capital del reino. Deberían cambiarle el nombre y que pasase a llamarse Covadonga, pues de allí parece que ha de surgir la nueva reconquista encabezada por un nuevo Pelayo de apellido Aguirre, a la que confío no le den más alas porque mucho me temo que de ser así, todo esto acabaría en una nueva reunificación al más puro estilo de los Reyes Católicos, de tan gratos recuerdos para unos pero tan ingratos para otros. La diferencia de la política de Madrid y la del resto del estado, no estriba en que estar informado es sinónimo de no ser manipulado, bien al contrario, no me cabe la menor duda de que el bombardeo diario al que se ven sometidos los ciudadanos de Madrid por todos los medios de comunicación en una dirección unívoca, hacen su efecto a favor de las tesis del capital y de la derecha pura y dura, menos mal que su onda no alcanza de igual modo a la periferia, algo que sería para echarse a llorar. Teodoro R. Martín de Molina.
Mayo, 2007
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