PRIMEROS POEMAS C.P. ANTº. MARÍN
OCETE. Alfacar 1995. PRESENTACIÓN. |
PRESENTACIÓN
Como su título indica, es éste el primero de los trabajos sobre actividades creativas realizadas en el presente curso por los alumnos de los cursos 7º y 8º de nuestro colegio; por ello, debemos prevenir a los posibles lectores del mismo sobre los más que probables errores que en él podrán hallar. Os invitamos a que no los tengáis muy presentes y, por el contrario, os animamos a buscar las cosillas buenas que en el trabajo también se pueden encontrar. La estructura de la publicación está compuesta de tres grupos de actividades: poemas escritos por los alumnos de forma espontánea, o como actividad de clase; otro formado por los trabajos titulados “Romance del rey Boabdil” y “Rimas”, los cuales tuvieron una iniciación colectiva y después fue completada por los alumnos de modo individual siguiendo las pautas marcadas en un principio, para, finalmente, volver a la puesta en común y ordenar el poema según el parecer de la mayoría del grupo; por último, los que aparecen bajo el título “La noche y la muerte” han sido realizados por los alumnos de octavo teniendo como motivo de apoyo escenas gráficas alusivas al tema y una previa introducción al mundo de la poesía romántica. A escribir se aprende escribiendo y, aunque cometamos errores, de ellos podemos aprender para que al intentarlo de nuevo, poco a poco, con paciencia y tenacidad, podamos conseguir que cada vez aquellos sean menores. La poesía, la narrativa, el teatro..., no es algo único y exclusivo de los por todos considerados poetas, novelistas, dramaturgos, o genéricamente escritores, sino que es algo que se encuentra dentro de cada uno de nosotros, en nuestra imaginación, en nuestra fantasía, en nuestro ingenio, nuestras vivencias, y siempre debemos estar alertas para manifestarlo al exterior, para darlo a conocer. No todos tenemos la misma capacidad para expresarnos por escrito, pero sí tenemos la posibilidad de esforzarnos para tratar de conseguir que aquello que hemos hecho nos guste, al menos, a nosotros y, si así ocurre, seguro que a otros también les puede gustar. En el trabajo y el esfuerzo, para aquellos que no estamos tocados por la varita de los hados, se encuentra la mano que, como decía Bécquer, sabe arrancarlas. Alfacar. 1995
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