Cubierta del libro, diseño y realización de Manuel Vera

LA GACETA DE GAUCÍN

colaboraciones   opinión   inicio    narrativa    romances   presentación   enlaces   libro de visitas   contactar
  

PEPE.
Todos los días pasa delante de mi casa, siempre a la misma hora y para hacer el mismo trabajo. Pepe es un hombre ya mayor y está mal de la cabeza.
Va vestido con pantalones viejos, cogidos con una correa de material a la que apenas se le ve el color. Los pantalones le caen muy cortos, con campana, ya que se los sujeta muy arriba. La camisa blanca, un jersey de lana y una chaqueta parda que le sirve para todos los día. Los domingos va más arreglado, con su traje oscuro y nuevo, y muy bien peinado. Usa unas zapatillas vaqueras con las que camina todos los días, él sabrá cuánto.
Su pelo es moreno, igual que sus ojos negros. La nariz es grande y encorvada. Sus orejas también son hermosas.
La gente le hace rabiar diciéndole casas que a él le cabrean. Y tiene un carácter muy raro, es muy diferente al de otras personas. Él ríe,, se enfada y se pone de unas maneras que son difíciles de describir.
Todos los días, cuando va  ala granja a recoger los huevos, ese es su trabajo, se toma un colacao en el bar. Los hombres se divierten enfadándole, pero cuando lo ven muy molesto ya se callan, pues puede ser peligroso. Todo empieza cuando un hombre le dice:
―Vaya, Pepe¿Hoy qué? ¿Nos vas a convidar?
―No trago, no trago― siempre contesta Pepe.
―Pero si es un café nada más. ¡Camarero! ¡El café lo paga Pepe!
Así, poco a poco, lo irritan y se pone muy furioso. Se bebe el colacao hirviendo de un trago y sale por la puerta dejando sin cuidado la discusión, pues su familia le tiene dicho que no les haga caso, pero con todo, hay veces que no puede remediarlo.
Los niños también se meten con él diciéndole:
―Pepe, «la vaca caca, la burra “peos”».
Él sale corriendo detrás de ellos y los niños echan a correr riéndose. Asín tratan a estas personas, quizás sea en broma, pero a pesar de todo, son demasiado pesadas.
Vive con su familia, hermanos y sobrinos. Va andando muy deprisa con la vista seria y el cuerpo encorvado. Todos los días hace lo mismo, menos los domingos que se pasea y va a misa.
Así va pasando los días, y lo veo, y es como si por él no pasara el tiempo, pero claro que pasa y él lo sabe muy bien.
            Yolanda Martín.