"PARANOIAS"
En este mundo en el que nos toca vivir y donde lo que impera es el desquicio generalizado, son pocos los afortunados que se pueden considerar libres de alguna paranoia. El que no tiene una fijación con una cosa lo tiene con la otra o con la de más allá, ya sea en algo tangible o ideológico, o en una mezcla de ambas. Suelen (o solemos, metámonos todos) ser personas con ideas fijas, lo que conocemos como gente “de piñón fijo”, y no hay ninguna evidencia, por muy clara que esté, que les haga cambiar de parecer. Algo de esto le está ocurriendo en nuestro país a algunos responsables de medios de comunicación que desde un primer momento se alinearon con la tesis defendida por el ejecutivo de la época respecto a los tristes sucesos del 11M, y hoy es el día en el que no se han bajado del burro; bien está que los de pueblo ya sabemos que “Cuando un tonto coge un carril…”, pero estos parecen ser incombustibles y aunque el camino parezca que les conduce a un precipicio, continúan “erre que erre” hasta que consigan que todos nos despeñemos ante sus ojos, porque ellos tendrán buen cuidado de apartarse en el último instante para salir indemnes del suceso. Su empeño no es otro que el de llevar el agua al molino de los acérrimos aznaristas que no pueden permitir que su actuación en tan aciagos momentos se ponga en cuestión. Para ello les da igual echar mano de los elementos más miserables que están implicados en la trama y llevan a cabo su periodismo de investigación del modo que siempre lo han hecho (fuesen o no ciertas y fundamentadas las tales): pagando a los presuntos delincuentes delatores para que digan y callen aquello que interesa a la causa que se conozca y que no se conozca. Todo aquel que se deje untar y diga lo que ellos quieren que digan es más fiable a sus ojos que todos los cuerpos de seguridad del estado, que la judicatura, que el ejecutivo o que cualquier otra institución o persona que la represente. La verdad está en el más próximo a los que llevan a cabo la masacre, nunca en los que intentan evitarla. Aquel tiene toda la credibilidad del “mundo”, estos no merecen ni un mínimo de ella. El trabajo de investigación de policías y jueces es pura obra de aficionados, cuando no un puro despropósito salpicado de manipulaciones y amaños, comparado con la “pulcrísima investigación de tan sagaces periodistas”. Sin pretenderlo, o con toda la intención del “mundo”, buscando el desprestigio de las personas que han llevado a cabo las investigaciones encontrarán el descrédito de las instituciones a las que pertenecen. ¿Para qué queremos policías o jueces en nuestro país, si ya contamos con tan avezados sabuesos de la billetera y la pluma? Me pregunto. ¿A qué pagar del erario público a policías que conspiran, jueces que manipulan o funcionarios corruptos? Que esos sueldos sean transferidos a la clase periodística por excelencia para que puedan pagar mejor a los que les surten de información tan “desinteresada”. Como en años pasados, la estrategia sigue siendo la misma y el objetivo también es el mismo: “¡Váyase, señor Zapatero!”. Para conseguir sus propósitos todo vale, no se paran en barras y llegará el día de reflexión de las próximas elecciones y continuarán con su perturbada, y perturbadora, fijación. A ellos no les importa (a veces pienso que es lo que les interesa) que en el camino se hayan llevado por delante el prestigio de una, dos, tres, o todas las instituciones del estado. Desde la Policía al Tribunal Constitucional, pasando por el Parlamento y el Gobierno de la Nación. Son los mismos que nos “libraron” de Felipe, los que no soportan que nos libráramos de Aznar, los que ahora nos quieren “librar” de Zapatero. Si para conseguir su propósito hacen temblar los cimientos de todas las instituciones del estado es algo que a ellos les trae al pairo, pues siempre se las arreglan para sacar tajada de la situación: filón con los suyos, filón en contra de los otros, el negocio siempre es negocio. Muchos de ellos supieron vivir como reyes durante la dictadura y ahora saben hacerlo como sátrapas en la monarquía, y si cambiase la tortilla en cualquiera de los sentidos, seguirían sabiendo hacerlo bien, para su provecho y de todos aquellos que tanto les aplauden. Siendo todo lo anterior perverso, lo es más aun el seguidismo que de toda la información proveniente de esos medios hace el principal partido de la oposición. A veces, simples insinuaciones son asumidas por sus dirigentes a pies juntillas con tal de desgastar al gobierno y a todo el que se ponga por delante, porque, claro está, después vendrán ellos, los buenos, a regenerar las instituciones que ha dejado hecha unos zorros la paranoia de estos sociatas de pacotilla. Mas no me hagáis mucho caso, puede ser probable que todo lo antes dicho no sea más que un subproducto de mis propias paranoias. Teodoro R. Martín de Molina. Septiembre-2006
|