Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"PACTOS"
   
    Tras lo que parece ser ya la resolución definitiva de todos los pactos post electorales −sin entrar a analizar la falacia sobre eso de que la lista más votada es la que debe gobernar, que no ha sido respetado, como es natural, ni siquiera por los que la defendían como se ha podido comprobar una vez constituidos los distintos gobiernos municipales y autonómicos, en muchos de los cuales se han visto pactos sui generis, llegando algunos al puro esperpento−, me voy a permitir la licencia de hacer una comparación imposible entre el pacto para la formación de gobierno municipal en mi pueblo, Gaucín (Málaga), y el no pacto de Navarra que ha dado al traste con las ilusiones de muchos de los votantes navarros y volverá a colocar al frente del gobierno foral a los representantes de UPN.
    Tanto en uno como en otro caso, a pesar de que los más votados reclamen para sí el gobierno, no me cabe la menor duda de que el pacto de mi pueblo, por muy antinatural que pueda parecer a algunos, y el fallido pacto de Navarra era lo que deseaban la mayoría de los votantes de ambas circunscripciones.
    En Gaucín, aunque los que han tenido que dejar el poder por mor de las matemáticas llamen traidores a los que pactaron, y de que nos quieran hacer creer que los representantes elegidos han engañado a sus electores, a cualquier observador externo no se le pasaba por alto que todo el electorado del PSOE y del PP era consciente, con anterioridad a las elecciones, de que los votos de unos y otros se unirían con el único propósito de que no siguiera gobernando el PA. Cuando en un cuerpo electoral se llega a ese convencimiento implícito, debemos pensar que “algo tiene el vino cuando lo bautizan”, así que el llamado pacto de Algodonales no fue más que la escenificación de un pacto preelectoral, no de los dirigentes, sino de la mayoría de los votantes de unos y otros que vieron con simpatía el hecho de poder acabar con una época en la que la forma de gobernar se caracterizó, podríamos decir siendo suaves, como poco clara. Es más que probable que a poco que el equipo de gobierno lo haga medianamente bien, los votantes ¿andalucistas? al no sentir tan directamente el “influjo” del poder se percatarán de que si alguien estuvo engañado en alguna ocasión fueron precisamente ellos.
    De igual modo, en Navarra, los votantes del PSN y de Na Bai, también estaban convencidos de que sus votos servirían para, juntos, desalojar del gobierno a los señores de UPN, que llevan toda una vida insultando  y chantajeando a unos y otros con el único fin de no perder el poder sea como sea, y parece ser que lo han conseguido y se han salido con la suya porque en el PSOE a nivel nacional todavía hay asuntos de ámbito autonómico en el que se sienten acomplejados por el qué dirán los de la derecha y todos sus altavoces afines, y porque los cálculos electorales según las encuestas internas obligan a tal o cual cosa en detrimento de lo que los votantes de su formación a nivel autonómico han decido en las urnas. ¿Para qué queremos ir a las urnas, si cuando los resultados no son los deseados o las circunstancias no son, según la opinión de algunos, las adecuadas, se anulan sin ningún miramiento las decisiones democráticas de los votantes y de los órganos de gobierno de los partidos a nivel autonómico? ¿Para qué queremos que determinados partidos dejen de apoyar a los violentos, si cuando lo hacen y ganan sus escaños en buena lid, seguimos considerándolos apestados? ¿De qué autonomía disponen los socialistas navarros, si lo que pacten tiene que pasar por el tamiz de Ferraz? ¿Qué diferencias hay entre Na Bai y ERC? ¿Por qué se puede gobernar en Cataluña con los independentistas y no en Navarra con los nacionalistas? ¿Hasta cuándo vamos a estar acongojados en todo el país por las decisiones que afecten a las provincias Vascongadas y a Navarra? ¿No decían que eran los navarros los que iban a decidir su futuro? ¿Por qué lo ha decidido Madrid?
    Dicen que de los escarmentados salen los avisados, pero también se dice que nadie escarmienta en cabeza ajena. No tuvieron bastante con la pérdida del gobierno de Madrid cuando dos diputados ¿socialistas? se dejaron untar para dejar en bandeja el gobierno a la señora Aguirre, que no desaprovechó la ocasión, como bien a las claras lo han demostrado los resultados de las últimas elecciones. En Madrid se pasó de un presumible gobierno de izquierdas, que era lo que habían votado los madrileños, a una mayoría absoluta, ahora absolutísima, de la derecha que a poco que la dejen se perpetuará en el poder. Algo parecido puede que suceda en Navarra por culpa del miedo que tienen en la sede central del PSOE a que la derecha y sus medios vuelvan a la carga con todos los infundios y mentiras con la que llevan dando la murga toda la legislatura, y puede pasar que por no perder un puñado de votos en las generales se pierda para siempre la posibilidad de volver a gobernar en Navarra, pues cuando gobiernen otros que no sea UPN serán los nacionalistas y para entonces el poder de decisión del socialismo navarro será mínimo. Incluso me atrevería a decir que los votos que consigan de más en los reductos autonómicos de la derecha en España serán, con probabilidad, semejantes a los que consigan de menos en el País Vasco, Navarra y las otras comunidades históricas, si no tiempo al tiempo.
    Lo de mi pueblo, aunque no me guste mucho, lo entiendo, porque es política de andar por casa; pero lo de Navarra, no me cabe en la cabeza, debe ser porque es alta política de estado, y eso sólo es asequible para algunas mentes privilegiadas.

Teodoro R. Martín de Molina. Agosto, 2007.

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