Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"MÁS DE LO MISMO"

   
   No soy muy partidario de usar frases hechas, y menos cuando vienen de quien vienen, como la que da título a estas disquisiciones acerca del tan traído y llevado debate entre los líderes de los dos grandes partidos españoles. Pero creo que es el enunciado que más se acerca a la realidad de todo lo que lo ha rodeado, y del debate en sí mismo.
    La expectación que se había creado (quizás un poco artificiosamente) antes de su celebración no se corresponde con su desarrollo y sí con lo que muchos esperábamos que sucediera cuando, tras casi dos horas de enfrentamiento, los contendientes dejaran la mesa del debate.
    Algunos pudieran pensar que el contraste de ideas, las argumentaciones y propuestas de los señores Zapatero y Rajoy, iban definitivamente a inclinar la balanza electoral en favor de uno u otro, pues conseguirían decantar el voto de los indecisos hacia su parcela. Hemos podido comprobar como todo era una quimera, pues el debate no ha servido más que para que los partidarios de uno y otro se afiancen en sus posturas.     Quizás más los de la derecha porque ellos no parecen ser muy exigentes con su líder y únicamente le pedían que tratara de machacar al contrario con “mala leche” como le decía el alcalde de Burgos en un reciente mitin (y a fe que puso empeño en ello) −más de lo mismo−; los de la izquierda quizás piensen, que a los suyos siempre se les puede exigir más y, aunque el desarrollo del debate fue el adecuado, algunos creen que aún pudo ser más contundente ante el endeble, repetitivo e insultante discurso del candidato del PP, con el fin de delimitar diáfanamente los dos planteamientos bien diferenciados de país y de estado que representan ambos líderes, pues, aunque muchos quieran hacernos creer que todos son iguales, no todo es lo mismo.
    El transcurrir del discurso del Sr. Rajoy fue el mismo que ha tenido durante toda la legislatura −más de lo mismo−. Por exigencia del guión comenzó con la retahíla asumida a última hora acerca de la, para ellos, crisis económica, para enseguida retomar el sermón de los últimos cuatro años basado en el terrorismo, el estatuto catalán como inicio del fin de la nación española y la emigración, este último asunto tratado con unas dosis de animadversión hacia los emigrantes rayana en la xenofobia. Algunos creímos reconocer en sus palabras las de políticos tan “distinguidos” como Le Pen. Todo ello salpicado de insultos y lacerantes palabras de desprecio hacia el adversario y sus ideas, de igual modo que lo ha venido haciendo desde que perdieron las anteriores elecciones. Mi teoría es que el líder de la derecha saca las ideas de los comentarios que a diario oye en la radio y lee en los periódicos, pues sus planteamientos son tan coincidentes  (en ocasiones palabra por palabra) con ellos que se me hace difícil pensar que sea él el que influya sobre los periodistas y contertulios. Haciendo caso de ellos, Rajoy nos ha mostrado el Mr. Hyde que tenía escondido (como os comentaba en mi anterior opinión), quizás saque a pasear de nuevo a su particular Dr. Jekyll en la próxima ocasión.
    Con lo anteriormente dicho no quiero ocultar los defectos que, a mi modo de entender, también se pudieron apreciar en el parlamento del Sr. Zapatero. Considerando, como he dicho antes, que sus planteamientos fueron adecuados, se pudo echar en falta una mejor defensa de lo llevado a cabo durante toda la legislatura que, en mi apreciación, ha sido mucho y bueno, sin necesidad de tener que retrotraerse continuamente a la época de Aznar, −más de lo mismo−. También le faltó decisión para asumir sin ningún tipo de ambages aspectos del debate como la negociación con ETA en los términos que se haya llevado a cabo para acabar de una vez por todas con las insidias, o la defensa del estatuto catalán per se y no por comparación con otros, pues cada uno tendrá que tener sus particularidades en esta España diversa y plural, sin tener miedo a que por ello sea tachado de anti español por aquellos que nunca han creído en el estado de las autonomías y que siempre andan rasgándose las vestiduras por estos asuntos.
    Para todos fue evidente que las propuestas de ambos candidatos brillaron por su ausencia –más de lo mismo–. Cada uno se dedicó a negar los planteamientos del oponente sin pensar que a muchos espectadores, además de las formas y los modos, también nos interesan sus proyectos para los próximos cuatro años, y de ahí es de donde pueden arañar los votos de los indecisos. Ya todos somos mayorcitos y conocemos qué han hecho unos y otros hasta la fecha y cómo lo han hecho. Algunos estamos más que convencidos de lo que puede que hagan en caso de vencer en las próximas elecciones, no obstante, nos gustaría contrastar las propuestas. A la mayoría para reafirmarnos en nuestros convencimientos previos, pero para esa indefinida masa de indecisos quizás les sirva de ayuda a la hora de ir a depositar su voto, e incluso al mismo hecho de decidirse por ir a votar. Pero no, ellos parecían estar más empeñados en ganar al adversario que en ganarse la confianza de los electores.
    Si antes y durante el debate todo fue “más de lo mismo”, qué decir de su continuación en los medios de comunicación. Muchos se encargaron de realizar sondeos y encuestas para conocer la opinión de los telespectadores y, a pesar de que todos, con mayor o menor margen, se decantaban a favor del candidato socialista, a los partidarios del popular les trajeron al fresco dichos sondeos (incluso los encargados por sus propios medios) para lanzar a los cuatro vientos la incuestionable victoria de Rajoy sobre Zapatero –más de lo mismo–. Para ello se basan en todo tipo de “cocinados” análisis de los resultados y nos dicen que estos no valen nada, sino que lo válido es su percepción y su opinión. Se dirán: ¡que sigan haciendo encuestas, yo me encargaré de que sean favorables a mis tesis para así darle ánimo a la tropa!
    Confío en que los planteamientos para el próximo debate varíen y ambos candidatos nos ofrezcan un amplio ramillete de propuestas para intentar conseguir que lo que funciona bien, funcione mejor y lo que no funciona, comience a hacerlo. Que guarden en sus carpetas durante el tiempo del mismo los tan manoseados temas y nos animen con proyectos que puedan ilusionarnos para que el día 9 de marzo acudamos a las urnas pensando que el futuro lo vamos a construir entre todos gracias a nuestro voto. Si no fuese así, todo seguiría siendo, por desgracia, más de lo mismo.
 

 Teodoro R. Martín de Molina. Febrero de 2008

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