LA GACETA DE GAUCÍN
INDÍBIL Y MANDONIO
En la Enciclopedia Álvarez de la nostalgia, estudiábamos
que Indíbil y Mandonio fueron primeros caudillos de nuestra independencia
(de los romanos), que don Pelayo, junto con parte de los cristianos que
no quisieron someterse al yugo árabe, comenzó la reconquista
para arrojar a los árabes de España, que Daoíz, Velarde
y Ruiz capitanearon al pueblo madrileño que se sublevó contra
las tropas de Napoleón iniciando la guerra de la Independencia.
Entre medias, nos hemos dejado atrás, para no hacernos pesados,
a Viriato, a todos los reyes de Asturias, Navarra, Aragón y Castilla,
a Agustina de Aragón... y a tantos y tantos héroes y próceres
de la patria que, hasta nuestros días, la mayoría de nosotros
como tales los hemos tenidos.
El 11S cambió la historia. Hasta ese fatídico día
(fatídico por lo execrable de la acción terrorista de Bin
Laden y fatídico por las consecuencias que acarreó), los americanos
no se habían percatado, o no le habían dado mucha importancia,
al fenómeno terrorista: sus vidas y sus haciendas no lo sufrían
en propia piel. Incluso, en su momento apoyaron a terroristas tan conocidos
como el mentado Bin Laden o el demoníaco Sadam (“el interés
es el interés”, que diría el catalán con otras palabras).
Y a partir del día de marras nuestro padre Bush,
que está en los EEUU, nos enseñó, y nos repite cada
vez que puede, que todas esas personas insignes que nosotros considerábamos
héroes, no son nada más que “terroristas” y que habría
que haber acabado con ellos al precio que fuese, con o sin el apoyo de
la legalidad internacional, de una u otra manera.
Y eso ¿cómo se entiende?, ¿cómo podemos
los que estudiamos en la Álvarez o en la Dalmáu digerir esa
forma de ver las cosas?, porque ¿qué sucede en Afganistán,
en Iraq o en Palestina?
Ocurre lo mismo que, en las épocas referidas al comienzo,
acontecía en la Península Ibérica, sólo que
los papeles se han cambiado y lo que antes hacían los romanos, los
cartagineses, los árabes o los franceses, ahora lo llevan a cabo
los americanos con el apoyo de algunos comparsas (¡cómo abundan!),
y que aquellos no engañaban a nadie con patrañas inventadas
al efecto: venían por las claras a conquistarnos y a dominarnos y,
de paso, a dejarnos algunas cosillas como la lengua, la cultura, el arte
en general, la medicina, las matemáticas, la astronomía...
y la forma de vivir, que tanto “patriota” nos ha ido limando a lo largo
de la historia.
Los conquistadores de hoy en día van a dejar a los pueblos
conquistados la “democracia”, claro, siempre que sea según el buen
entender del Imperio, porque si no... echan mano de sus amigos los militares
y le dan un giro a los resultados electorales en cuarenta y ocho horas
(¿recordamos Argelia?), o bien no se mueven del país hasta
que el resultado de las urnas sea el que está mandado que sea.
Mientras tanto, aquí no pasa nada cuando se bombardea
Afganistán de norte a sur y de este a oeste tratando de matar a
uno y los que mueren son miles de inocentes, se impone un gobierno afecto
y pelillos a la mar; eso sí, el petróleo lo explotan sus
empresas que de eso tienen alguna idea.
En Iraq: tres cuartos de lo mismo, para qué repetirnos.
En Palestina continúa la masacre de un pueblo con el consentimiento
y la aquiescencia de nuestros amigos los americanos y el cómplice
silencio de la mayoría de los llamados países democráticos.
Los terroristas sólo son los que se inmolan matando a
su vez a gente inocente. El que aprieta el botón del misil y el que
le ha dado la orden para que mate selectivamente (¡vaya con la selección
que casi siempre se lleva por delante otro puñado de inocentes!)
esos, esos no son terroristas.
Cuando pase el tiempo, cuando la historia hable de lo que está
ocurriendo en estos días, en las enciclopedias de estos pueblos
ocupados estudiarán a sus Indíbil, Mandonio, Viriato, Daoíz,....,
los llamados terroristas por los ocupantes y subyugadores. Pero ¿recordarán
el idioma, la cultura, el arte, etc de los conquistadores?
Teodoro R. Martín de Molina. Septiembre, 2003.