Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

GIGANTE

El país que fue capaz de poner al hombre en la Luna, de enviar naves y sondas espaciales a los más recónditos puntos del universo, que fue y es capaz de invadir éste o aquél otro país para librarnos a todos del mal, que actúa como policía del universo, no ha podido actuar contra las fuerzas de la naturaleza. Como casi nadie.

Mas el problema no está en no ser capaz de actuar contra las fuerzas de la naturaleza, sino en el no haber sido capaz de prevenir una situación más que prevista (¿qué hubiese ocurrido si se les presenta un tsunami?), el no haber sabido solucionarla y el no saber conducirla una vez producida.
Un país, con unos dirigentes políticos, que sólo viven de cara al exterior, procurando que todos los conflictos se desarrollen lejos de sus fronteras, muchos provocados por ellos mismos, se dan de bruces con la realidad de que la “Mater Natura” es mucho más poderosa que el más poderoso gigante entre los gigantes poderosos.
El espectáculo dantesco que se vive en estos días en Louisiana, Mississippi y Alabama, sobre todo en la mítica ciudad de Nueva Orleáns, es propio de las ficticias escenas de las grandes producciones hollywoodienses o de las reales vividas en Indonesia con motivo del maremoto que en pocos minutos arrasó con vida y hacienda de miles de personas. Allí fueron medidos todos con el mismo rasero: ricos y pobres, turistas y aborígenes, blancos y negros, algo que parece no haber sucedido de igual modo en los estados americanos del Golfo de México. En el país más poderoso del mundo, el gigante de los gigantes, todavía hasta la naturaleza hace distingos, y la mayoría de los damnificado segurísimo que pertenecen a los parias que tanto abundan en esa megalómana sociedad. Negros, hispanos, orientales y otros marginales, y gentes de “mal vivir”, serán los que engrosen las inmensas listas de fallecidos, desaparecidos, refugiados, huérfanos, arruinados...  (en cuanto que las autoridades las puedan ofrecer)
Y sus dirigentes piden solidaridad a las demás naciones, que sin duda se la prestarán, porque ante las desgracias no solemos hacer distingos de quienes son los beneficiarios de la ayuda. Pero ¿qué ejemplo de solidaridad están dando los propios estadounidenses para con ellos mismos?
En la nación de Charlton Heston es la ley del rifle la que impera, y con muchísima más rapidez y reflejos que los que han demostrado sus mandatarios y organizaciones han surgido las aves de rapiña que enarbolando un arma de fuego han sido capaces de, incluso, tirotear a los helicópteros que iban en su ayuda, amén de saquear viviendas, comercios, y todo aquello susceptible de ser saqueado, o, algo inconcebible para el que suscribe, llevar a cabo violaciones en medio de tal situación. En pocas horas los grupos de delincuencia organizada se hicieron los dueños de la triste situación y seguro que detrás de ellos está el del cuello blanco que hace el negocio del siglo a costa de la desgracia de sus conciudadanos.
Maravilloso espectáculo de sociedad civilizada cuyo ejemplo se empeñan en exportar, como paradigma de lo excelso, a todas las partes del mundo en detrimento de las bárbaras costumbres de otras civilizaciones y de los trasnochados tics solidarios de otros trasnochados continentes.
Y lo malo del asunto es que tragamos con esto, y con todo.

Teodoro R. Martín de Molina. Septiembre-2005.