EL GALLINERO
No sé muy bien qué hemos hecho andaluces y catalanes para convertirnos en blanco de las iras, cuando no del desprecio, de los mandamases del PP un día sí y otro también –probablemente sea que nunca los votamos como a ellos les gustaría, digo yo–. No dejan pasar oportunidad para, bajo la supuesta crítica a los dirigentes socialistas, lanzar sus envenenados dardos contra los ciudadanos que no caemos subyugados ante sus bondades supremas. A unos por una causa y a otros por otra pero siempre nos tienen presentes en sus “oraciones”. En esta tarea se destaca sobremanera la señora Aguirre, la presidenta de Madrid y una de las cabezas más visibles del PP por su representatividad y ascendencia dentro del partido y su permanente presencia en los medios. Tras sus espectaculares propuestas últimas como la declaración de bien cultural de la fiesta de los toros o la llamada a la rebelión contra la subida del IVA, ahora nos sale con lo de “pitas, pitas, pitas”, le faltó acompañarlo con la onomatopeya del cacareo de la gallina que tan bien le habría quedado a tan emperifollada señora. Algunos ya estamos demasiado mayores para creernos el cuento de los pueblos subsidiados, de los estómagos agradecidos, de ciudadanos incultos, cuando no directamente analfabetos, que votan a la izquierda y de otras varias teorías de la derecha con la que pretenden menospreciar a todo aquel que no se digne darles su voto. Algunos ya estamos demasiado viejos y hemos trabajado durante muchos años para creernos obligados a votar a algún partido político porque nos hayamos sentido favorecidos particularmente por sus decisiones. Para ellos es impensable que algunos no miremos, a la hora de votar, lo que éste o aquel partido nos va a proporcionar personalmente sino lo que pueden hacer por la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad, nuestra comunidad o nuestro país. Algunos ya tenemos muchos años para pensar que en las ciudades o las comunidades que mayoritariamente votan a la derecha hay menos analfabetos, son más cultos, no existen los estómagos agradecidos o los subsidiados que a nosotros nos achacan. Algunos ya estamos un poco cansados de las argumentaciones pueriles de los que siempre se creen en posesión de todo lo positivo que pueda adornar al ser humano, como si el resto del personal fuese imbécil o solamente se dejara guiar por los sentimientos espurios. “Dime de lo alardeas y te diré de lo que careces”, es un refrán que bien se le podía achacar a esta derecha que sí que parece ser de pandereta y defensora de estereotipos que ya, a algunos, nos tiene hasta el gorro de tanta suprema estupidez con las argumentaciones rayanas en el insulto permanente a todos los que no piensan como ellos. El día en el que por fin Andalucía le dé su confianza a la derecha o se la retire a la izquierda, será el momento en el que por arte de birlibirloque comenzaremos a ser personas instruidas, gente preparada, ciudadanos que ya no tendremos que estar agradecidos a nadie, tierra en la que los subsidios desaparecerán, como al parecer ocurre en las comunidades gobernadas por el PP –como ejemplo más reciente la época en que Baleares fue gobernada por el Sr. Matas y sus allegados–, dejaremos de ser gallinitas a las que el PSOE alimente a la llamada de “pitas, pitas, pitas”. A lo mejor será entonces cuando, también por fin, se relaje el gallinero Popular en el que tanta gallina Turuleta o Caponata se ve acompañada por gallitos diversos mientras que el que debiera ser gallo del gallinero, sigue sin hacer uso de sus espolones, si es que los tiene, para poner orden en ese corral en el que cada uno de sus habitantes cacarea o emiten sus kikirikíes según les viene en gana. Mientras tanto las unas y los otros siguen picoteando de aquí y de allá, –ya sabemos dónde suelen picotear las gallinas–, y siguen obteniendo pingües beneficios al tiempo que procuran que sus más allegados tampoco se vayan de vacío. Está visto que son los más listos de la clase. Y nosotros sin darnos cuenta.
Teodoro R. Martín de Molina. 30 de marzo de 2010. |