Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"ESPEJISMO"
   
       No hubieron pasado 24 horas desde la representación del señor Rajoy ante los medios de comunicación en la sede del PP en la que las buenas intenciones y los deseos de no volver la vista atrás y de acabar con los reproches parecían que iban a dar paso a una etapa de unidad en la lucha contra el terrorismo, cuando en el Sanctasanctórum de los medios de comunicación ya nos volvía a mostrar el líder del principal partido de la oposición lo que parecía haber dejado claro en su comparecencia: que él no había cambiado. Así, además de manifestar de modo velado que no iba a dejar de usar el terrorismo como arma electoral, a micrófono cerrado, y en amigable charla con los tertulianos, se refería al Presidente del Gobierno y a la Vicepresidenta con los apelativos “Éste” y “La Otra” –supongo que en minúscula– en el tono despectivo propio del que se cree superior per se sin nada más que lo avale; en cierto modo se mofaba de ellos y de la reunión, y los trataba de pardillos al comentar que los había conseguido sorprender o engañar haciendo que cambiaran su discurso en el último momento (¡Éste sí que es un hombre astuto!).
    Si aún quedaban dudas de que lo ocurrido el día anterior había sido un espejismo, los editoriales y comentarios ese día en la prensa y radio de la derecha nos lo aclaraban un tanto y por la tarde se diluyó totalmente en la presentación de un libro de auto bombo de Mayor  Oreja. Pues, tras su paso por la emisora episcopal, Rajoy rodeado de toda su harca y flanqueado por sus avalistas, Aznar y el propio Mayor, volvió al discurso de siempre, al de las descalificaciones y al de “nosotros sí que éramos buenos, no estos”, reiterando las exigencias y reproches, salpicadas de las falacias acostumbradas, por todos conocidos. Los parlamentos habidos en la presentación del mencionado librito fueron del mismo tono al mantenido hasta anteayer, alguno tan impresentable como siempre.
    El partido y los líderes que desde el 14 de marzo de 2004 han venido manteniendo el mismo discurso de la mentira y la manipulación, ayudados de forma fantástica por todos su medios afines, no podían cambiarlo de repente, si tras el cambio no se vislumbra un rédito electoral. El cinismo del que hacen gala para decir una cosa y su contraria, achacar a los demás lo que nunca han llegado a hacer, e intentarnos presentar lo que ellos hicieron como si nunca lo hubiesen hecho, o viceversa. Esta fórmula mágica que, como digo antes, bien arropada por un despliegue apropiado de las fanfarrias mediáticas a  su disposición, perciben les supone una fuente de votos, no es como para cambiarla de la noche a la mañana por un acercamiento al gobierno procurando una unidad que persiga alcanzar la paz. En la sede de Génova no se habla de paz, allí se habla de derrota. Ellos siguen empeñados en sus tesis del palo y tentetieso que es lo que mamaron de sus mayores ideológicos. Quieren imponerlas a los demás y es la única solución posible según sus autoritarios y represivos criterios.
    Pensaba yo que cuando las circunstancias cambian, las estrategias de los políticos cambian con ellas, y así parece haber actuado el gobierno pero no la oposición. Al poner ETA de forma explícita lo que ya se presumía implícitamente, también suponía que, como las perspectivas de que aún hubiese una cierta posibilidad de alcanzar la tan deseada paz se habían esfumado totalmente, la actuación de la derecha había dejado de tener sentido, pues ya no debían temer que el Sr. Zapatero se colgara esa medalla –que es lo que en verdad ellos persiguen–,  así que  cambiarían el discurso aunque las intenciones siguieran siendo idénticas, pero ni tan solo eso: las apariencias han durado lo que dura un espejismo, poco más o menos.


Teodoro R. Martín de Molina. Junio, 2007



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