Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"ESCLAVITUD"

        Todos nos congratulamos de los avances de la medicina en nuestro país. Hace poco se hizo el anuncio de un próximo transplante de cara en un hospital sevillano, algo verdaderamente extraordinario. Y casi nos resulta normal el que se hable de cualquier otro tipo de transplantes, implantes o reimplantes. El trabajador colombiano que hace unos días perdió un brazo en su trabajo, no podrá verse favorecido por estos avances de la medicina, su patroncito no tuvo mejor idea que la de arrojar el brazo seccionado a la basura.
    Si existe una lacra que ha perdurado a lo largo de toda la existencia de la humanidad esa ha sido y es la esclavitud. Evidentemente no bastó con que los movimientos abolicionistas del XIX creyeran conseguir sus objetivos ni que la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamara a finales de los 40 la Declaración Universal de los Derechos del Hombre para que ipso facto dejara de existir este fenómeno tan execrable, cual es la sumisión de un ser humano a otro por mor del poder del tipo que sea.
    En sentido figurado podríamos hablar de los distintos tipos de esclavitud a los que los actuales seres humanos nos vemos sometidos. La esclavitud de nuestros vicios, en la que todos tenemos una parcelita más o menos grande, la esclavitud en lo referente a las costumbres y las formas de afrontar nuestro día a día, etc. En este tipo de esclavitud somos esclavos de nosotros mismos, no existe un amo que nos someta, subyugue y ordene. Somos masoquistas y disfrutamos y nos sentimos felices “padeciendo” esta suerte de esclavitud.
    Si en los siglos pasados la esclavitud, en sentido estricto, era un hecho tenido como normal y así era aceptado por la mayoría de la sociedad, en los inicios de éste sigue siendo tan normal como entonces y la sociedad lo sigue aceptando como antes lo hacía, lo que ocurre es que nos hemos vuelto más cínicos y miramos para otro lado como si la cosa no fuese con nosotros.
    Antes los negreros se acercaban a las costas africanas a recoger su mercancía y hoy en día nos los acercan desde la misma África, desde el Oriente o desde América Latina. Antes los siervos y los esclavos estaban al servicio de nobles y terratenientes, hoy lo están al  de los empresarios sin escrúpulos o de los potentados que por ser quienes son se creen con derecho a todo. Antes eran los negreros los que dominaban el negocio, hoy lo son las mafias de todo color y nacionalidad que no dudan en esclavizar a sus propios conciudadanos en cuanto ven la oportunidad de llevar a cabo el dominio de otra persona necesitada de lo imprescindible para su sustento; también son negreros modernos esa oscura clase de empresarios que carece de cualquier tipo de escrúpulos y que sólo piensa en obtener beneficios sin importarle el cómo.
    Y como ejemplo, ahí está el del empresario panadero de Valencia, que no ha dudado en tener en su tahona a inmigrantes ilegales, pagándoles míseros sueldos en horarios agotadores, y cuando uno de ellos sufre un accidente laboral en el que pierde uno de sus brazos, reacciona dejándolo a una cierta distancia del hospital para que no lo relacionen con él y con órdenes precisas de lo que debía de decir; y, como el que no quiere la cosa, arrojando el brazo seccionado al contenedor de la basura.
    Este caso sale a la luz pública por lo impactante y morboso del mismo, pero ¿cuántos se pierden entre las páginas de sucesos de los periódicos locales? Todos somos consciente de la cantidad de empresarios, que como este panadero, abusan de la situación precaria de las personas para esclavizarlos. Constructores, agricultores, restauradores que utilizan la ilegalidad de los inmigrantes o la falta de formación de los propios nacionales, así como el periodo de crisis por el que atravesamos, para ejercer esta esclavitud del siglo XXI que aparentemente puede parecer distinta a la de siglos pasados pero que en el fondo se basa en lo mismo: el dominio de otra persona al que le arrebatan la posibilidad de decidir por sí mismo respecto al trabajo, el salario y las condiciones en las que lo ejercen.
    Nos pasamos el día hablando de lo adelantos que hay y lo avanzados que somos, así como de la necesidad de modernizarnos más y más, pero en ciertos aspectos como el referido, seguimos anclados en el pasado y con pocos visos de que la situación se modifique. Mientras tanto, trabajadores como el del suceso seguirán bajo la abominable bota de empresarios como este panadero de Valencia.

Teodoro R. Martín de Molina. Junio de 2009.
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