Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"EN CAMPAÑA"
     
      Ya casi hemos perdido la cuenta del tiempo que llevamos en campaña electoral sin que aún se haya dado el pistoletazo de salida a la misma.
    Para algunos, la campaña electoral abarca el período comprendido entre el 14 de marzo de 2004 y el 9 del mismo mes del año en curso. Cuatro años, durante los cuales las ideas han brillado por su ausencia y, ahora, cuando la proximidad de las urnas es inminente comienzan a esbozar algunas que, en general, poco tienen que ver con todo lo que durante los últimos años nos han estado diciendo y sí mucho con lo que la oportunidad aconseja o el momento demanda.
    Si no, hagamos un poco de retrospección.
    Comenzó esta legislatura con los pronósticos del Sr. Rajoy acerca de la brevedad que le auguraba al nuevo gobierno –sería durante el discurso de investidura o poco después–. Evidentemente, no confiaba en la capacidad del presidente para llegar a acuerdos con los grupos minoritarios de la cámara, algo que, como ha quedado demostrado, arruinó, o debería haber arruinado, el futuro como “pitoniso” del líder de la oposición, pues los acuerdos del gobierno para realizar su labor lo han sido con todos los grupos de la cámara, y en ocasiones hasta contó con el del grupo mayoritario de la oposición, el del señor Rajoy –bien está que “a la fuerza ahorcan”.
    En el momento en el que el gobierno, según lo especificado en su programa electoral, se mostró sensible a las reformas de los estatutos de autonomía de las llamadas comunidades históricas, y otras varias, el Sr. Rajoy y los suyos abrieron la caja de los truenos y llenaron el espacio patrio con soflamas acerca de la inminente rotura de la unidad patria si se llevaban a la práctica, sobre todo la del estatuto catalán. Una vez que el congreso rechazó el Plan Ibarretxe y que se aprobaron las reformas de varios de los estatutos como el catalán, andaluz, valenciano, balear…, se ha podido constatar la paradoja de que algunos de estas reformas, defendiendo postulados cuasi similares a los del denostado catalán, respecto a la denominación o a la financiación, se aprobaban con su concurso mientras que la inquina contra todo lo que viniera de Cataluña se llevaba a límites insospechados. Ahora rezan para que los catalanes den la espalda al PSC, porque dicen los conspicuos demoscópicos que es el único modo de que no revalide su mayoría el socialismo. Por lo que podemos ver los malos presagios de la derecha no se han cumplido y España sigue siendo una (no continuaré con los demás epítetos). El “vidente” Rajoy necesita nuevas gafas prospectivas.
    Junto a España, tras la aprobación de las leyes del matrimonio entre personas del mismo sexo y del divorcio exprés, lo que se iba a romper era la familia. Primero no especificaban qué familia, después resultó ser que sería la tradicional o la católica, como si a tales familias les afectaran las dichas leyes. No puedo concebir que una mente tan privilegiada y tan bien asesorada como la del Sr. Rajoy pudiera llegar a imaginar que en una familia tradicional o católica se iban a dar casos de matrimonios entre personas del mismo sexo o que se iban a divorciar usando la nueva ley que acortaba los trámites y plazos, como mucho harían uso de la anterior pero de esta nueva…; bien es de todos conocidos que en esos tipos de familia eso no se da nunca, esas leyes están hechas para la chusma: faltase más. Son estos, que por otro lado nunca han sido familia ni han sido nada, los que hacen uso de ellas, la “familia tradicional” sigue tan unida como siempre, si no vean cuántos son los partidos de nuestra derecha tradicional: todas las ideologías apiñadas en torno al PP desde la más extrema al tan deseado como ficticio centro.
    ¿Qué decir de todo lo relacionado con el terrorismo? Comenzaron tratando de ilegitimar la victoria del PSOE con todo tipo de insidias y elucubraciones que más deberían afectarles a ellos que a sus adversarios, y continuaron durante toda la legislatura con las patrañas relativas al entreguismo y seguidismo del gobierno a las tesis etarras, la cesión de Navarra, la cobardía del presidente y mil y un improperios e insultos que, tras el paso del tiempo y de los acontecimientos, aquellos planteamientos y suposiciones, se quedaron en eso en suposiciones, porque la realidad es que durante esta legislatura y a pesar de los malos augurios del infalible Sr. Rajoy los resultados de la lucha antiterrorista ahí están: menos muertos y más detenciones, aunque estos dos aspectos parecen no tener importancia para aquellos, parece no interesarles los resultados sólo el catastrofismo y los malos augurios.
    Tras haber alcanzado a lo largo de esta legislatura la bolsa, el empleo, las afiliaciones  a la Seguridad Social y la mayorías de los índices económicos cotas antes nunca vistas, ahora cuando la bolsa se da un batacazo, sin llegar a perder todo lo ganado, cuando el paro aumenta en los dos últimos meses o los precios suben dos puntos por encima de lo previsto (como si esto fuese una novedad), echan al vuelo todas las alarmas y aunque al día siguiente los índices comiencen a recuperarse, eso ya no es noticia, lo noticiable es el desastre, la catástrofe de Zapatero.
    Dice el adivino Sr. Rajoy que es un peligro para España la continuidad del presidente Zapatero al frente del gobierno. Dado el acierto en sus anteriores vaticinios está claro que todo será al contrario. A mi modo de entender, el verdadero peligro sería la vuelta de él y la derecha a la que representa, con  propuestas tan "ilusionantes" como la reforma de la Ley del Menor –que ellos mismos fomentaron– para rebajar la edad penal hasta los doce años; la política de inmigración de “palo y tente tieso” para los inmigrantes que vienen a hacer lo que nosotros no queremos, no para los que vienen a Benidorm o a Mallorca, esos son de otra pasta, o, mejor dicho, tienen más pasta; rebajas de impuestos para los mismos de siempre (los que más tienen); recortes de derechos individuales alcanzados en la actual legislatura y, en definitiva, la aplicación de las políticas ultra conservadoras que tanto defienden desde Aznar, el sempiterno gran valedor, hasta el recién llegado Pizarro, en sus aspiraciones de convertirse en el Valido del Sr. Rajoy. Vamos, al más puro estilo de las viejas monarquías.¡Eso es lo que nos conviene!

 Teodoro R. Martín de Molina. Febrero de 2008

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