"ELEGIDOS"
El Dios en el que yo creo no puede ser el mismo del que se dice que eligió a Israel como su pueblo. Yo no puedo creer en un Dios que eligiera como suyo a un pueblo que hace lo que está haciendo, y lo que lleva haciendo desde mediados del siglo pasado, con los pueblos vecinos. El pueblo que masacra de modo inmisericorde a los que ya no tienen más que sus vidas no puede ser el pueblo elegido por el Dios de Abrahán, el Dios de Leví y el Dios de Judá. El pueblo que se ensaña con otros pueblos vecinos, que además de acabar con la vida de los hombres armados o sospechosos de llevar armas, acaba con la de las de sus mujeres y niños, no puede se el pueblo preferido por Dios. El pueblo que aplica la Ley del Talión más allá de lo imaginable y que se venga del enemigo infringiéndole un dolor ciento por una vez superior al que le hacen sentir a ellos, no puede ser el pueblo que nos dicen ha sido víctima de tantas injusticias a lo largo de la historia. El pueblo que además de acabar con la vida y hacienda de otros pueblos, destruye sus carreteras, sus puentes, las conducciones de agua, gas y electricidad, las fuentes de donde éstas proceden, no puede ser el pueblo del que nos habla la Biblia. El pueblo que secuestra, encarcela o asesina de manera selectiva o indiscriminada a los que consideran sospechosos de cualquier sospecha, no puede ser el elegido por un Dios misericordioso. El pueblo que hace y deshace a su antojo, incumpliendo repetidamente las disposiciones y leyes del derecho internacional, las resoluciones de Naciones Unidas y desoyendo los llamamientos a la paz, al diálogo y a la concordia de todas las instituciones y personalidades que lo piden encarecidamente, no puede ser el pueblo elegido por ningún dios por muy vengativo que éste fuere. Si esta raza o este pueblo ha actuado siempre que ha podido como ahora lo está haciendo, de forma más o menos explícita, no es de extrañar que haya sido perseguido y odiado a través de toda la historia por casi todos los demás pueblos con los que convivieron. Podremos dar por buenas todas las historias que nos cuentan en la Biblia y que nos han contado después, pero lo que estamos viendo y viviendo en estos últimos cincuenta años nos hace percibir a las claras que en cuanto ha tenido poder para hacer lo que con ellos hicieron está cumpliendo con creces las expectativas del más vengativo de todos los vengativos dioses que existan o hayan existido a lo largo de la existencia de la humanidad. Ese pueblo se lamentará y sus plañideras llorarán por la muerte de algunos de sus hijos cuando sus oprimidos vecinos cometan un acto suicida; sus oprimidos vecinos ya no tienen garganta para lamentar a tanto y tanto muerto y a sus madres se les secaron las lágrimas de tanto derramarlas. El acto suicida lo catalogaremos de terrorista, las acciones del gobierno de Israel, serán de defensa propia. ¡Vaya uso sarcástico del lenguaje! Mientras tanto el mundo occidental, el que tiene como dios al poderoso caballero en sus diversas representaciones, el dueño de la verdad, el que sabe distinguir perfectamente el bien y el mal, el defensor de las leyes de la democracia…, mira para otro lado, o cínicamente justifica todas y cada una de las acciones de los israelíes, condena todos y cada uno de los actos de defensa de los pueblos limítrofes como acciones terroristas y no reconoce, sino que ahoga, a los gobiernos que ellos, de forma democrática, se dieron en las urnas. Antes el culpable era la Autoridad Nacional Palestina en la persona de Arafat, ahora lo es el gobierno de Hamás, o la milicia de Hezbolás ¿quién lo será mañana?, cualquiera será bueno para justificar lo injustificable. Si uno clamara por Justicia Divina, ¿nos oiría el dios de Israel? Confío en que no lo haga. Teodoro R. Martín de Molina. Julio-2006
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