Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"DIMISIONES"
   
     Mientras un cariacontecido Rajoy abrazaba tiernamente a su esposa flanqueado por los circunspectos Acebes y Pizarro (¿dónde estaban los demás?), bajo el balcón de la calle Génova la enardecida muchachada de la diestra enarbolaba banderas y se desgañitaba gritando consignas nuevas y antiguas: “A por ellos” –sin saberse muy bien a quién se referían, o sí–, “¡Presidente, presidente!” “¡Que bote Rajoy!” –y Rajoy mientras decía votos por lo bajini, botó–. Entre todos esos gritos me llamaron la atención los que, recién conocido el veredicto de las urnas, ya pedían la dimisión de Zapatero o, en un alarde de lírica popular, lo llamaba “embustero”, para hacerlo rimar con su apellido. Esos gritos en los que se intercalaban la palabra dimisión con la de embustero y el nombre del presidente, me hicieron creer por un momento que aún estábamos en campaña electoral, o que acababa de comenzar la de las próximas elecciones, no sabía cual de las dos opciones sería la peor, pero ambas malas de verdad. Cuando volvieron a enfocar el balcón se me disiparon las dudas.
    Aunque habría motivos más que sobrados para seguir hablando de los jóvenes cachorros de la derecha, de sus cuadros y de sus líderes, no voy a hacerlo. No voy a abogar por la dimisión de ninguno de ellos; ni de Acebes, ni de Zaplana, y mucho menos de Rajoy o de Arenas: bien están donde están y que ahí sigan por muchos años para bien de los progresistas y desgracia de los conservadores. Que sigan todos juntitos otros cuatro años en la oposición, con el mismo discurso que les ha llevado a tan digna y honrosa derrota. Seguro que a la tercera o a la cuarta va la vencida, y si no… pues otra vez será, que decimos los optimistas.
    Cuando he titulado este artículo “dimisiones” lo he hecho pensando en los verdaderos artífices del “triunfo” del PP, que no son otros que los que desde las ondas o las páginas de los periódicos les han dictado todos los días por dónde debían de ir las líneas de la política de oposición o contra la oposición, cuando estaban en el gobierno. Ellos son los verdaderos ideólogos de la crispación, la insidia y el enfrentamiento. Los dirigentes del PP me han dado la sensación, en esta legislatura que acaba de concluir, que sólo han sido meros peones movidos por las hábiles y siniestras manos de unos cuantos. Por ello, y ante el fracaso de su estrategia, me parecería saludable que, por el bien de la derecha a la que dicen defender y por extensión por el bien de España, dimitieran con carácter irrevocable aquellos que han sembrado el rencor y la inquina durante estos últimos tiempos entre los dirigentes y no pocos votantes del PP, basándose continuamente en la calumnia, la insidia y la manipulación de los hechos, las personas y las palabras.
    Supongo que, a estas alturas, ya sabréis a quiénes me refiero y aunque creo que la lista sería manifiestamente ampliable quiero personalizar en: el predicador matutino de la COPE; el Presidente de la Conferencia Episcopal, no por su cargo o dignidad sino por mantener a tan indigno sujeto en su emisora; el director del diario “El Mundo”, que quitándose la careta (si ello fuese necesario) unos días antes de las elecciones pidió abiertamente el voto para la derecha en un editorial del rotativo, amén de su trayectoria conspiratoria y calumniosa a lo largo de toda su carrera; junto a él debería dimitir toda su cohorte de periodistas de “investigación” que va de tertulia en tertulia predicando la doctrina del jefe; no estaría tampoco mal que presentara su dimisión de modo inmediato, sin esperar hasta abril, el presidente de la AVT, pelele en manos de unos y de otros, él sí que ha maltratado y agredido durante estos cuatro años a las víctimas que dice representar; y debería dimitir de todos sus cargos y excargos el gran muñidor de la más deleznable política que ha salido de las filas del PP, el gran Jose Mari, que desde la sombra o la penumbra sigue moviendo los hilos del partido, que asumió su primer cargo importante (Presidente de Castilla-León) aupado por una calumnia y abandonó la política de modo formal con la ignominiosa mentira del 11M.
     Esos son los verdaderos responsables de la crispación y del enfrentamiento entre ciudadanos, comunidades y partidos políticos españoles, mas nunca se reconocerán como tales y por eso no dimitirán. Además pensarán, como la muchachada de la noche electoral en la calle Génova, que el que debe dimitir es Zapatero por haber ganado las elecciones por segunda vez sin que contara con sus bendiciones.

 Teodoro R. Martín de Molina. Marzo de 2008

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