CUARENTENA
Después de un parto viene la cuarentena. A ésta también le suele acompañar la conocida depresión posparto, un síndrome propio de aquellas mujeres que con uno, si acaso dos, ya han hecho cupo, nuestras madres en las que no eran extraños los cinco, seis o hasta trece, no conocían de eso. Durante los cuarenta días que siguen al nacimiento de la criatura a las mujeres les están vedadas una serie de actividades (entre otras el intentar procrear durante ese período) y, antiguamente, las viejas hacían recomendaciones de todo tipo para que la recién parida no sufriera más trastornos de los normales, hoy en día somos tan listos que los mayores apenas se atreven a hacer esas sugerencias. Suele ocurrir que la madre está tan embelesada ante la contemplación del recién nacido que casi ni pone los pies en tierra y se dedica a las tareas propias del cuidado y manutención del bebé, olvidándose durante ese tiempo de otras muchas tareas que para ella han pasado a un segundo plano ante la presencia real de la personita que tiene ante sí. Algo parecido nos suele suceder a los que parimos de otra manera, al menos a mí hasta ahora en mis dos partos me ha sucedido. Te quedas durante un tiempo (llamémoslo cuarentena) en el que eres incapaz de volver a retomar la tarea de crear y te pasas el día dándole vueltas al libro recién salido sobre éste o aquel aspecto que podías haber tenido en cuenta y no tuviste, o que tuviste en cuenta y no debías de haberlo tenido. Te preocupas por la posible acogida que tenga, no ya en el público en general, sino en los que tú sabes que van a leerlo. Te muestras impaciente esperando el comentario, del tipo que sea, que a veces ni tan siquiera te llega, y otros muchos etcéteras que hacen que dejes pasar por delante de ti otros aspectos de tu entretenimiento con las palabras y las ideas de modo que llega un momento en el que te apercibes que debes dejar de pensar en el recién nacido, que ya es cosa pasada, y seguir con lo que tenías entre manos o con aquellas otras ideas que han pasado por tu mente y a las que no le prestaste la debida atención. ¡Y en esas estamos! Así que a partir de ahora se acabó el período posparto, la cuarentena y la depresión, y seguiremos tratando de hacer lo posible para que las neuronas, las pocas que nos quedan, no terminen por atrofiarse del todo debido al poco uso que hacemos de ellas. Tampoco os vayáis a asustar que no pienso dedicarme a colgar día tras días nuevas “paridas” en las que se repitan los mismos argumentos con envoltorios distintos, mas, como siempre, intentaré darle vidilla a esta web mía que tantos ratitos me ocupa. Teodoro R. Martín de Molina.
Marzo, 2007
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