Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"A VUELTAS CON LA CRISIS"
   
        Ya no recuerdo desde cuando están los medios de comunicación martilleándonos con la crisis que se avecinaba, que ya tenemos encima y que coleará por largo tiempo.
    Algunos de mis allegados me reclamaban algunas líneas y me reprochaban que cómo es Zapatero el responsable de la misma, por eso era por lo que no escribía nada al respecto. No es verdad. Yo no he considerado nunca a Zapatero, ni a su gobierno, responsables de esta crisis. Si no escribía es porque no veo nada claro todo este asunto. Lo único claro que percibía era que unos trataban de minimizarlo y otros de magnificarlo, con lo cual en poco ayudaban a clarificarlo para el común de los mortales, como yo. 
    En este mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir, en el que no se cae la hoja de un árbol sin que de ello tengan conocimiento previo los grandes muñidores de fortunas y bancarrotas, poco o nada tiene que hacer los gobiernos de los países de medio pelo como es el nuestro. Si el petróleo sube, qué influencia podemos ejercer para que eso no suceda, si lo que suben son los precios de las materias básicas, qué decir, si se tambalea el sistema financiero, a quién acudir.
    Los grandes intereses supranacionales nos embarcan lo mismo en una guerra que en una crisis, decretan que estamos en paz, o que la prosperidad ha vuelto a nuestros hogares. Mientras tanto los curritos de a pie seguimos soportando la avalancha de cifras y cifras sobre el deterioro de la economía, de la nuestra porque de la de otros países apenas se habla a no ser que asuntos tan gordos como los de las subprimes, el Lehman Brothers o la aseguradora AIG salten a la palestra y no quede más remedio que hacerse eco de esas noticias.
    Jamás, en todas las crisis por las que hemos ido cíclicamente pasando, había oído la cantidad de datos económicos que en estos meses se han publicado en la prensa. Antes nos conformábamos con cuatro datos sobre el PIB, al IPC, el paro y los índices bursátiles, ahora se hace resaltar hasta la desaceleración que se ha producido en el consumo de cafés por habitante y día en nuestro país, o el descenso en las ventas de chocolatinas, chupa chups y demás golosinas infantiles, como notas reseñables para resaltar la crisis en la que nos movemos. Que yo sigo sin verla muy a las claras.
    No es que sea un fenómeno generalizado pero sé de muchas personas que a pesar de los vaticinios catastrofistas de los medios parecen no notar la crisis, debe de ser que están acostumbrados a ella porque desde que comenzaron a trabajar siempre han vivido como si en ella estuvieran. Siempre procuraron ser previsores y no embarcarse más allá de lo que sus posibilidades les permitían. Cuando los préstamos hipotecarios estaban al 16 o al 18%, se achuchaban para que el primer dinero que se desprendiera de la nómina fuese el del recibo de la hipoteca, después vendrían los apartados para lo imprescindible y lo más necesario, lo superfluo casi ni se tomaba en consideración. Cuando dispusieron de una cuenta más saneada se permitieron algunas licencias, pero siempre pensando que las circunstancias podían cambiar, y si éstas cambiaron alguna vez de improviso, supieron adaptarse a los nuevos tiempos sin necesidad de molestar mucho al vecino.
    Ese tipo de economía doméstica es la que podría ser aplicable a la nación entera, por los gobiernos y por los gobernados y dejarnos de derrotismos y de fomentar el pesimismo por cualquier motivo con el poco loable fin de procurar hacer ver que todo va mal para que lo mío vaya mejor. Los periódicos se vendan más, aumenten las audiencias en radio y televisión, y aquellos a los que consiguen convencer con esos comentarios pasen a engrosar el número de votantes de una determinada opción, para ver si así alcanzamos el poder y cuando estemos en él, como hacen todos, culpemos al otro de los males y nos coloquemos las medallas de los logros como propios y auspiciados por nuestra labor. Y piensan que nos van a engañar.
    Son medidas como las antes referidas, de sentido común, de andar por casa, las que deberían tomar nuestros gobernantes, en tiempos de crisis y en los de bonanza, para capear el temporal cuando éste se presente o se haga patente. De todas las medidas que dice el gobierno que ha adoptado no conozco apenas más de un par de ellas y de todas las que dice la oposición que se deben de adoptar otro par, y ni unas ni otras servirán ni servirían para materializar una salida de la crisis en la que estamos sumergidos que, como decía más arriba, se escapa del control de los gobiernos de países como el nuestro, que lo único que pueden hacer es sacar el paraguas de la solidaridad para evitar, en lo posible, que los más desfavorecidos se vean alcanzados por la lluvia en todo su fragor. Ya con eso nos podemos dar por satisfechos, después habrá que esperar a que escampe y que los negros nubarrones que afectan a los grandes capitales pasen un poco y comiencen a vislumbrar de nuevo el beneficio de sus empresas para que retomen el discurso de que esto vuelve a funcionar y que podemos volver a consumir todo lo que nos dé la gana hasta que caigamos en nueva recesión por mor de Dios sabe qué intereses, seguro que ajenos a todos nosotros y en perjuicio de los de siempre, porque ellos, ellos siempre están a cubierto.

 Teodoro R. Martín de Molina. Septiembre de 2008
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