Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"A TÍTULO PERSONAL"

      Estas tres palabras puestas en mi boca o en el inicio de uno de mis escritos poca, mejor dicho, ninguna trascendencia tienen, pero en boca de otros que representan a las más altas instituciones del país sí que la tiene y también debería, en mi opinión, acarrear consecuencias a aquél que dijo lo que dijo a "título personal".
 Con esta frase hecha, el Vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial, pretende dar por zanjada su intervención en la televisión autonómica valenciana en apoyo de su jefe hasta hace pocos meses y en contra de unos de los magistrados de la Audiencia Nacional al que, al menos en teoría, debería defender de los ataques e insidias de los correligionarios del Presidente valenciano Sr. Camps, entre los que, por si quedaba alguna duda él mismo con sus palabras lo ha dejado meridianamente claro, se encuentra el mencionado Vicepresidente del Consejo, el Sr. de la Rosa.
    Por el modo y la parquedad de palabras con las que el Consejo ha dado por buenas las excusas o disculpas de su vicepresidente, más parece que una buena parte de sus miembros corroboran sus declaraciones que todo lo contrario. Es inadmisible que una persona que dice representar a todos los jueces, en un caso como el que nos ocupa, la operación Correa y su instrucción por el juez Garzón, se persone en la Generalitat de Valencia para de modo privado apoyar al presuntamente implicado presidente valenciano y de modo público hacer manifestaciones en igual sentido al tiempo que viene a tildar de prevaricador al instructor del caso.
    A pesar de que todos sabemos cómo son elegidos los vocales del Consejo del Poder Judicial, como los de otros órganos colegiados del estado, no cabe duda de que, al menos, se les debería exigir a los mismos, tras su designación, un mínimo de discreción que hicieran creíble que la democracia funciona y que los designados no se deben a pies juntillas a aquellos que los propusieron para el cargo.
    A título personal, es una expresión que puesta en boca de aquel que se representa sólo a sí mismo está de sobra, y en boca de alguien que pertenece a un colectivo jamás debería de estar, pues es evidente que la mayoría de los ciudadanos de a pie lo único que podemos pensar es que si el que habla es el vicepresidente de un organismo, de un modo u otro está dando traslado a la opinión pública del modo de entender en el asunto en cuestión de la mayoría de sus miembros.
    Seguro que en sus manifestaciones no mencionó la frase antes de comenzar a perorar a favor de uno y en contra de otro, por lo que ahora, las disculpas ofrecidas a sus compañeros del Consejo, tienen escasa o ninguna credibilidad, por ello creo que el modo en el que han dado la Comisión y el Pleno del Consejo por zanjada la cuestión no es más que otra muestra más del corporativismo al que tan aficionado somos los españoles en cuanto nos juntamos cinco que gozamos de los mismos privilegios y prebendas para hacer valernos ante los demás sin importarnos un bledo la institución ni los intereses a los que representamos.
    Las únicas salidas decentes que les quedaban al Consejo y a su Vicepresidente eran, a uno la reprobación del otro, al otro la presentación de su dimisión, pero ya sabemos, por una parte la correlación de sensibilidades en el seno del Consejo no permite la primera opción y, es bien sabido que el verbo dimitir no es compatible con un pensamiento de derechas, ellos nunca se equivocan ni cometen errores, los equivocados y los que cometemos errores monumentales somos todos aquellos a los que nos da por percibir como poco ejemplar el comportamiento de algunos de los que profesan esa ideología tan perfecta.
    ¡Bendita imperfección!


Teodoro R. Martín de Molina. Febrero de 2009.
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