Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"¡A POR ELLOS!"
 
El grito de guerra que eligieron los encargados de “vendernos” el amor por la selección española de fútbol no ha podido resultar más ineficaz de lo que lo ha sido nuestro efímero ―como siempre nos suele suceder― paso por el mundial de Alemania.
Un fin de semana sí y otro también, solemos irnos a la cama con los éxitos de nuestros deportistas por cualquier lugar del mundo, en ocasiones los motociclistas, otras el tenis es el que nos trae la alegría y últimamente la Fórmula Uno de la mano, del volante, de Fernando Alonso y su Renault. De vez en cuando, en época de competición, aparecen algunos atletas que de igual modo nos enorgullecen con sus triunfos en las carreras de fondo o medio fondo o bien en los saltos. Cuando llega la época de los campeonatos continentales o mundiales de los llamados deportes minoritarios (yo creo que se llaman así porque participan pocos jugadores), también nos llevamos más de una alegría, pues no es extraño que nuestras selecciones de jockey, en cualquiera de sus modalidades, waterpolo, balonmano o baloncesto, se encuentren inmersas en las series finales que dan opción a la consecución de algunas de las medallas en litigio.
¿Qué sucede con el deporte por excelencia de nuestro país, el que mueve a millones de personas y miles de millones de euros a lo largo de la temporada? ¿Por qué jamás somos capaces de alcanzar una posición medio decente en las competiciones de selecciones nacionales? Ésta que dicen que es la mejor liga del mundo lo más que consigue es, de forma esporádica, campeonatos europeos por equipos en los que la participación de jugadores nacionales no llega casi nunca al 20%. ¿Por qué sucede esto? Voy a atreverme a exponer una serie de hipótesis que no creo tengan mucho de originales pero que seguro nos ayudarán a comprender por qué muchos hemos dejado de disfrutar y/o padecer con el llamado deporte rey.
. Somos un país individualista por naturaleza y todo aquello que suponga el trabajo en equipo nos cuesta Dios y ayuda, y a medida que el equipo se va haciendo más numeroso la ayuda divina debe multiplicarse exponencialmente. No hablemos del rugby donde el número de participantes es mayor, sigamos hablando del fútbol.
. La mercantilización del fútbol y la conversión del mismo en sólo espectáculo aunque de éste tenga bastante poco. Los dirigentes del fútbol patrio sólo se preocupan de que los ingresos sean cada vez mayores sin importarle lo más mínimo el papel que desempeñan sus clubes o la selección en el concierto internacional.
. Los futbolistas de élite de nuestro país se han convertido en una especie de seres privilegiados, adulados y mimados por todos, a los que lo que más les interesa es el volumen de sus cuentas corrientes a final de temporada, muchos de ellos no pasan de ser meros jugadores mediocres, en ocasiones hasta poco sacrificados, que han sido endiosados por una afición inmadura que se deja guiar por lo que les dicen desde los distintos medios de comunicación, especialmente desde aquellos que lideran la audiencia, que se empeñan, y lo consiguen casi siempre, en usurpar las funciones de los entrenadores de los equipos o del seleccionador nacional.
. Son estos medios de comunicación, desde mi perspectiva, los que hacen el mayor daño a nuestra selección de fútbol, claro está que para ello deben contar con la frágil personalidad y el exceso de codicia de los responsables técnicos que se dejan guiar por sus consejos cuando no admoniciones.
Desde la época de José María García, el ínclito “butanito”, que desde su púlpito en la emisora que fuese, eso no importaba, hacía y deshacía a su antojo en clubes, federaciones e incluso gobiernos, según su particular, siempre interesado, y por los resultados obtenidos, poco acertado parecer, hasta la actual en la que el líder de la radio, José Ramón de la Morena, con sus frases pseudos emotivas y repetitivo hasta la saciedad, sin una pregunta inteligente que echarse a los labios, adula o denosta a aquellos que les son simpáticos o antipáticos y nos hace tragar con las supuestas bondades del “niño Torres” o la grandiosidad de su “Iniesta” y le dora la píldora al “abuelete” Aragonés de igual modo que se ensañaba con el “díscolo” Clemente.
Estos y aquellos han sido y son los auténticos “facedores de entuertos” que han hecho y hacen, porque en ello les fue o les va su espléndido futuro económico, que nuestro fútbol, a nivel de selección nacional absoluta sólo nos deleite con un ridículo tras otro en las bienales series de clasificación y campeonatos a nivel continental y mundial.
No me cabe duda de que se precisa de un “futbolero” de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, que al grito de: “A por ellos “, se aventure a librarnos de tanto malandrín, encantador y follón como abunda por este nuestro páramo futbolístico.

Teodoro R. Martín de Molina. Julio-2006

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