"ADIÓS, MI
AMIGO"
Cuando tenía a punto de publicar el artículo que sucederá a éste, me llegó la noticia de la desaparición trágica de un amigo. Un amigo de la infancia con el que compartimos juegos, ilusiones, alegrías, penalidades y todo aquello que era consustancial a la vida de un pequeño pueblo en la época de los cincuenta/sesenta. No pude publicarlo, no me sentí con fuerzas para lanzar a la red unas vacuas opiniones sobre tema intranscendental sin antes hacer una referencia a la pérdida de un ser querido, aunque ésta fuese breve. Gracias al Internet y a esta página lo recuperé después de más de treinta años. Me alegré infinito cuando leí sus discrepancias con lo escrito por mí y que había publicado al comienzo de mi andadura cibernética, y me llenaron de satisfacción sus críticas y halagos cuando el lo creyó conveniente en el libro de visitas de la Gaceta, a través del teléfono o de correos privados. A partir de entonces fueron frecuentes los contactos telefónicos o vía correo electrónico que mantuvimos, y la pena es que nunca pudimos volver a coincidir en persona. No obstante, me imagino el abrazo fraternal y sincero con el que nos hubiésemos saludado y las polémicas que hubiéramos mantenido cada uno defendiendo nuestros “incuestionables” postulados. Todo ello no hizo más que acrecentar el afecto mutuo que nos profesábamos independientemente de los criterios subjetivos que cada uno teníamos sobre temas puntuales. Mas el nuevo contacto también me hizo recordar con nostalgia los juegos en “El cuarto de los leones”, las pillerías de monaguillos, las catequesis de preparación para la primera comunión, los fumeteos a escondidas y con cigarrillos sustraídos a nuestros padres, los días interminables de juegos de todo tipo y de no menos travesuras, el recuerdo del portero titular del equipo de fútbol de nuestro pueblo, las tardes de invierno en los llamados guateques, las amistades comunes, las intenciones parejas, la emigración obligada y, como fondo de pantalla: nuestro Gaucín natal. Hasta luego Manolito, mi buen amigo. Teodoro R. Martín de Molina. Septiembre
de 2006
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