Balcón. Salvador Martín. Click para ampliar                                        LA GACETA DE GAUCÍN
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300 MILLONES


En el momento de elegir título para lo que pretendía escribir, me surgieron varios que creía venían bien con el tema que quería tratar; al final me he decidido por éste porque, entre otras cosas, pienso que el título es lo de menos.
A todos los efectos me considero alguien visceral y que en muy pocas ocasiones es capaz de investigar, consultar, contrastar, y todas esas acciones propias de las personas rigurosas y metódicas y que saben hacer las cosas bien hechas. Yo sólo pretendo tener rigor a la hora de mi muerte, lo que llamamos rigor mortis (parafraseando a mi amigo Jose)*
Por eso, cuando hoy me siento a escribir acerca de la cantidad de dinero que hace pocos días oí que el gobierno de nuestro país, con mis impuestos y con el del resto de los españoles que tributamos religiosamente, iba a dedicar a la reconstrucción de Iraq: 300.000.000$ USA, comencé a darle vueltas en mi cabeza a todos los poco rigurosos archivos que en ella tengo sobre lo que este mismo gobierno (o al menos del mismo signo político) había dedicado a la reconstrucción de otros países que por causas naturales o “artificiales” habían sufrido desastres parecidos a los de Iraq: Nicaragua, Honduras, Guatemala, el Congo, Ruanda, toda la antigua Yugoslavia, Afganistán..., el dinero que ha destinado a erradicar el hambre en el mundo, el porcentaje del PIB que se concede a los países del tercer mundo, el concedido a la lucha contra las enfermedades que asolan África (sida, ébola, etc), mismamente, el que se invierte en investigación en nuestra España...
Vosotros que tendréis mejor memoria que la mía y mejores fuentes a las que acudir, podréis comprobar con más rigor (sin llegar al mencionado) que las cantidades dedicadas a cada uno de los casos dichos con anterioridad deben ser infinitamente menores que los 300 millones de Iraq.
¿Por qué a unos tanto y a otros tan poco? ¿Qué han hecho estos para merecer tan buen trato? ¿Tendremos mala conciencia de lo hecho hasta ahora? ¿Por qué hay que construir aquello que destruimos con ese frenético empeño? ¿Por qué no les “donamos” esa cantidad hace unos años, cuando más lo necesitaban? ¿Quiénes serán, en realidad, los beneficiarios de tan generosa ayuda? ¿Se quedará en Iraq y para el pueblo iraquí? (lo único que hacía falta es que estuviésemos subvencionado a los EEUU y a sus empresas) ¿Qué organismos la van a gestionar? ¿Tenemos que aportar tal cantidad porque ya somos, gracias a Aznar, una primera potencia mundial? ¿Todas las guerras preventivas, o anticipatorias (no me lo admite el word, ni aparece en el DRAE, pero dejo esta horrorosa palabra acuñada por el presidente, tampoco me daba por válida la palabra “Aznar” y también la he dejado) conllevan donaciones tan espléndidas? Si tuviesen que pagar sus promotores, ¿hubiese habido tal guerra? Si a los que la jaleaban les hubiesen dicho, entonces, que sólo ellos tendrían que rascarse el bolsillo para la reconstrucción, ¿habrían seguido jaleando? Si la mayoría del pueblo español se opuso a esa guerra ¿por qué la hemos de pagar entre todos?...

Todas las anteriores preguntas, y otras muchas que cada uno nos podamos hacer, sólo puede responderlas el responsable de todo el embrollo, pero como “hoy no toca”, nos quedaremos sin saber las respuestas y sin que estos, y otros muchos temas que te revuelven las vísceras se debatan y tengas tú que hacerlo contigo mismo para llegar a conclusiones poco rigurosas, pero que te dejan un poco más relajado.

Teodoro R. Martín de Molina. Octubre, 2003.

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