Han pasado diez años desde que allá por enero de 2003 balbuceara, con más miedo que vergüenza, las primeras palabras de las iniciales páginas de cada una de las secciones de La Gaceta de Gaucín. Al tratar de recordar el primer programa con el que comencé a hacer la web, me ha costado Dios y ayuda acordarme de que era Netscape, al final he tenido que echar mano de san Google para ello. Fue mi hija María la que, desde Damasco, me daría las primeras instrucciones de cómo construir los cimientos de la web. En aquellos primeros momentos conté con el asesoramiento técnico de mi primo Teodoro y de Ilde, el yerno webmaster de mi hermano Salvador, respectivamente para alojar la primera versión en Usuarios de Lycos y para algunos problemillas de lenguaje informático que yo me veía incapaz de solventar. Con el paso del tiempo abandonaría el Nestcape, se estaba quedando obsoleto, y, tras algunos escarceos con Dreamweaber, me pasaría definitivamente a Front Page y, sin tener ni zorra idea del lenguaje html, aquí me mantengo día a día tratando de que La Gaceta siga su curso sin muchos sobresaltos técnicos.
También, en aquellos primeros momentos, conté con el ánimo y el apoyo de los primeros visitantes que con sus opiniones me fueron ayudando a dar forma estética y de contenidos a la web, para acabar en lo que hoy es. No fueron tampoco escasas las vicisitudes pasadas con los distintos servidores con los que ha contado la web. Desde que Lycos, que entre otras cosas te proporcionaba poco espacio de alojamiento, comenzó a bombardear con publicidad por medio de banners interminables y que hacían casi imposible leer el contenido de la web, me planteé alojarla en el servidor del operador telefónico que tenía, en aquellos años Supercable, que posteriormente pasaría a ser Auna para terminar convirtiéndose en ONO, con el consiguiente cambio de dirección de la web en cada uno de esos traspasos, lo cual conllevaba la pérdida de muchos de los contactos que ya tenía como asiduos y un volver a empezar a intentar sacar a flote la web y colocarla en buen lugar en los distintos buscadores.
Bien, pero, aparte de todas estas vicisitudes técnicas, lo más importante de todo ha sido el mantener el contacto con el centenar de amigos, no seremos muchos más, que con la periodicidad que consideran oportuna se acercan hasta La Gaceta de Gaucín para husmear en los escritos que, también, con la periodicidad que mis capacidades me permiten, me digno dejar aquí a su amable consideración.
No son pocos diez años, y tampoco es escaso el trabajo que he derrochado en este tiempo intentando darle a la web el contenido más digno posible. Evidentemente no todos los escritos, tantos los literarios, los de divulgación, como los de opinión, deben de ser del agrado estético o ideológico de los que tan pacientemente los leéis, pero al menos debéis darles el beneficio de saber que están hechos con la mejor voluntad, que no es otra que la de agradar a los que os acercáis por aquí.
Comienza una nueva década y esperemos que lleguemos a verla culminada y podamos volver a contar las penas y alegrías que en estos próximos años nos deparen nuestras propias experiencias, reales o ficticias, y la sociedad en la que nos movemos.
Por último quiero mostrar mi agradecimiento a todos los que han colaborado conmigo a llenar de contenido la web a lo largo de estos años, desde mi hermano Salvador y mi cuñado Miguel, que fueron los primeros, hasta los más recientes Pedro Herrera y Ana Mª del Carmen Corbacho que a través de su hijo Ricardo me hace llegar periódicamente alguna de sus poesías. Un recuerdo muy especial para aquellos que por desgracia dejaron de estar con nosotros, José Mª Medina y Manolito Ortega, desde donde estén seguro que siguen echando una mirada de reojo a nuestra Gaceta.
Es un placer para mí compartir con todos vosotros este espacio de creación y opinión en el que doy rienda suelta a mis recuerdos, sentimientos, emociones, fantasías, pensamientos…, por medio de la palabra escrita, con el único propósito de que, de una manera u otra, os podáis sentir cómplices por un instante de este humilde escribidor. Si lo consigo, miel sobre hojuelas; en caso contrario, a seguir intentándolo.
Un abrazo para todos, Teodoro R. Martín de Molina
Granada, 13 de enero de 2013.