Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

ANTE EL 18 DE FEBRERO

      Este próximo domingo, estamos llamados todos los andaluces con derecho a voto a pronunciarnos en las urnas sobre el nuevo Estatuto de Andalucía.
    Después de 25 años en los que Andalucía ha alcanzado unos niveles de prosperidad inimaginables sin el actual sistema autonómico (desde los Reyes Católicos ahí está la historia para demostrarlo), el pueblo andaluz está convocado a corroborar en las urnas lo que aprobó el Parlamento de Andalucía con los votos de las fuerzas andaluzas de izquierdas, y ratificó, con las enmiendas que se consideraron necesarias, el Parlamento Español apoyado por todo el arco parlamentario, con alguna abstención que podría asimilarse al no del nacionalismo en el Parlamento de Andalucía.

    ¿Cómo enfrentan este referéndum las distintas fuerzas políticas andaluzas? Desde mi punto de vista volvemos a encontrarnos en una situación parecida a la del 28F de 1980, cuando la derecha y los andalucistas decían aquello de “Andaluz éste no es tu referéndum”, aunque los planteamientos de partida de algunos parezcan distintos.
    A regañadientes, y porque no les quedaba otra opción, el PP ha votado a favor de un estatuto en el que no cree y con el que tiene que hacer de tripas corazón para pedir el sí, aunque sea con la boca chica, esa que usamos cuando no queremos que se nos entienda bien lo que decimos. Dicen sí pero parece que les viene bien cualquiera de las opciones por las que opten los votantes. El no, algo bastante improbable, les llenaría de satisfacción porque el derrotado sería el gobierno andaluz, con Chaves a la cabeza, y por extensión Zapatero. Si gana el sí, lo más probable, se apuntarán la victoria porque han sido sus enmiendas las que han conseguido que triunfe la reforma estatutaria. Si la abstención es alta, bastante probable, no busquen culpables, de nuevo está el gobierno andaluz, Chaves y Zapatero para cargarles el muerto; si fuese baja, lo más improbable, se debería a la eficaz campaña llevada a cabo por su partido, aunque más parezca una precampaña municipal que una campaña en pro del voto favorable al estatuto (obsérvense los personajes y los eslóganes de las vallas publicitarias, aparecen uno a uno todos los alcaldables, aprovechando que pasaba el referéndum promocionan a sus candidatos).
    Los andalucistas del PA, desde que descabalgaron de sus siglas la S que unía la P con la A, no levantan cabeza. Los Rojas Marcos, Uruñuelas, Pachecos, sus sucesores y adláteres, hasta llegar a los dirigentes actuales, no han cesado de llenarse de gloria navegando contracorriente de los sentimientos del andalucista de a pie. Todos han ido vendiendo sus votos al mejor postor con el único propósito de alcanzar el puesto de cierta relevancia en las instituciones a las que tuvieron acceso. Los enjuagues y trapicheos de los líderes y menos líderes andalucistas que llevaron al canje de alcaldías para que, por ejemplo, Uruñuela fuese alcalde de Sevilla y Granada se quedara sin alcalde andalucista, la sumisión a la UCD de Suárez, tragándose la vía del 143, con tal de que Rojas Marcos luciera palmito en la capital del reino presidiendo un grupo parlamentario, la irrupción en las primeras elecciones autonómicas catalanas, ayudando al triunfo de los nacionalistas de CiU, son unas leves pinceladas que nos dejan ver el catastrófico espectáculo de la escena que ha representado este nacionalismo andaluz a lo largo de estos últimos años. Y ahora, igual que el 28F, vuelven a pedir el no, con argumentaciones que ni ellos mismos se creen.
    A las fuerzas de izquierdas representadas por el PSOE e IU, les queda la nada fácil tarea de animar al personal a arrimarse a las urnas y a ejercer como ciudadanos comprometidos con nuestra tierra. No es labor sencilla visto lo visto en las convocatorias a nivel autonómico, nacional y europeo que han precedido a la que nos ocupa. De nuevo, como en el 28F, se quedarán solas ante el peligro y los andaluces deberemos arroparlas de nuevo, no por ellas en sí mismas, sino por lo que nos jugamos cara al resto del estado y cara a nosotros mismos, y porque con el nuevo estatuto seguro que seguiremos creciendo como comunidad autónoma, nacionalidad histórica, nación o el largo nombre con el que nos definen en el estatuto para que casi todos se sientan contentos. Cuanto mayor sea el poder andaluz, mayor será la prosperidad de nuestros pueblos y nuestras gentes, como la historia de estos 25 últimos años nos ha demostrado, por ello se hace necesario acudir a las urnas y votar de acuerdo con nuestro criterio, pero acudir y votar que eso es garantía de salud democrática.

Teodoro R. Martín de Molina. Febrero, 2007

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